El ascenso de Tomás


Había una vez un niño llamado Tomás, a quien le gustaba trepar por las paredes de su casa. Desde muy pequeño había descubierto que tenía un talento especial para escalar y se divertía mucho desafiando la gravedad.

Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, Tomás vio una competencia de escalada en la que los niños subían por una pared artificial lo más rápido posible. Él se sintió emocionado al verla y decidió participar.

Cuando llegó su turno, Tomás subió con facilidad hasta la mitad de la pared, pero luego comenzó a sentir miedo y no pudo avanzar más. Se detuvo allí, temblando y sin saber qué hacer.

En ese momento apareció Martín, un entrenador profesional de escalada que estaba observando la competencia. Él notó el talento natural de Tomás y se acercó a él para ayudarlo. "¿Qué te pasa? ¿Por qué te has detenido?", preguntó Martín. "Tengo miedo", respondió Tomás.

"El miedo es normal cuando enfrentamos algo nuevo o difícil", dijo Martín. "Pero no debemos dejar que nos impida seguir adelante". Martín enseñó a Tomás algunas técnicas para superar el miedo y continuar escalando.

Le explicó cómo respirar profundamente para calmarse y cómo concentrarse en cada movimiento sin pensar en lo alto que estaba. Tomás siguió los consejos de Martín y logró terminar la competencia en tercer lugar.

Estaba tan feliz que decidió inscribirse en un curso de escalada impartido por Martín. Durante las clases, aprendió mucho sobre seguridad, técnica y disciplina. Martín lo animaba constantemente a seguir adelante y a no rendirse ante los obstáculos.

Un día, mientras escalaban juntos una montaña real, Tomás se encontró con un acantilado muy alto y peligroso. Tenía miedo de intentarlo, pero recordó las palabras de su entrenador: "No debemos dejar que el miedo nos impida seguir adelante". Tomás decidió enfrentar el desafío.

Respiró profundamente, se concentró en cada movimiento y comenzó a escalar. Fue difícil, pero finalmente llegó a la cima del acantilado.

Allí arriba, Tomás sintió una gran alegría al darse cuenta de que había superado sus límites gracias al coraje y la perseverancia que había desarrollado en su entrenamiento. Desde entonces, Tomás siguió practicando escalada con Martín. Cada vez era más fuerte y seguro de sí mismo.

Se convirtió en un ejemplo para sus amigos y para todos aquellos niños que temían enfrentar nuevos desafíos. La historia del niño que le gustaba trepar por las paredes es una inspiración para todos aquellos que tienen miedo de salirse de su zona de confort.

Con valentía y perseverancia podemos superar cualquier obstáculo e incluso alcanzar nuestras metas más altas.

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