El asco protector



Había una vez un pequeño ratón llamado Rocco que vivía en un hermoso jardín. Rocco era muy aventurero y siempre estaba buscando nuevas experiencias.

Un día, mientras exploraba el jardín, encontró algo que lo hizo sentir una extraña emoción: ¡asco! Rocco había descubierto un montón de basura maloliente cerca de su madriguera. El olor era tan desagradable que le provocaba náuseas y no podía evitar hacer muecas de asco.

"¡Puaj! ¡Qué olor tan horrible!" exclamó Rocco, tapándose la nariz con sus pequeñas patitas. El asco era una emoción nueva para Rocco, pero pronto se dio cuenta de que estaba relacionada con otras emociones. Por ejemplo, cuando sentía asco, también experimentaba disgusto y repugnancia.

Además, se dio cuenta de que el asco podía estar relacionado con la protección y la supervivencia. Un día, mientras seguía explorando el jardín, Rocco vio a su amiga Lila comiendo unas bayas rojas brillantes que parecían deliciosas.

"¡Espera Lila! No comas esas bayas", advirtió Rocco preocupado. Lila lo miró sorprendida y preguntó: "¿Por qué no? Se ven tan sabrosas". Rocco explicó: "Esas bayas pueden ser venenosas y podrías enfermarte si las comes. Mi instinto me dice que son peligrosas".

Lila quedó impresionada por la advertencia de Rocco y decidió no comer las bayas. Agradecida por haberla ayudado, le preguntó a Rocco cómo supo que las bayas eran peligrosas. "Sentí un fuerte asco cuando vi esas bayas", respondió Rocco.

"El asco me hizo darme cuenta de que algo no estaba bien y me impulsó a protegerte". Lila comprendió entonces que el asco era una emoción importante para mantenerse seguro y evitar cosas dañinas.

Con el tiempo, Rocco aprendió a reconocer otras situaciones en las que sentía asco. Por ejemplo, cuando veía insectos venenosos o comida en mal estado. Aprendió a confiar en su instinto y utilizar el asco como una señal de advertencia para protegerse.

Un día, mientras caminaba por el jardín, Rocco notó algo inusual: un grupo de pequeños ratoncitos jugando cerca de la basura maloliente. Rocco se acercó corriendo y les dijo con urgencia: "¡Chicos, no jueguen cerca de esa basura! Pueden enfermarse".

Los ratoncitos lo miraron con curiosidad y uno de ellos preguntó: "¿Por qué sería peligroso jugar allí?"Rocco explicó pacientemente: "Cuando estamos cerca de cosas sucias o desagradables, hay bacterias que pueden hacernos daño. El asco nos advierte sobre eso".

Los ratoncitos entendieron la advertencia y prometieron no jugar más cerca de la basura. Estaban agradecidos por la valiosa lección que Rocco les había enseñado sobre el asco.

Desde ese día, Rocco se convirtió en un héroe del jardín al compartir su conocimiento sobre el asco y cómo protegerse de peligros invisibles. Los demás animales del jardín aprendieron a reconocer el asco como una emoción importante y a confiar en sus instintos para mantenerse a salvo.

Y así, Rocco demostró que incluso las emociones desagradables pueden tener un propósito valioso en nuestras vidas. Nos ayudan a protegernos, cuidarnos y vivir de manera segura.

FIN.

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