El Astronauta de San Vicente



En el pequeño pueblo de San Vicente, donde los días eran tranquilos y los sueños parecían lejanos, un niño llamado Matías tenía un gran deseo: quería ser astronauta. Cada noche, se acostaba mirando el cielo estrellado, imaginando que viajaba entre planetas y descubría nuevos mundos.

Un día, en su escuela, la maestra Rosa anunció un concurso de ciencias. "El tema es el espacio, y el ganador tendrá la oportunidad de asistir a un taller en el centro de investigaciones espaciales de la ciudad" -dijo con entusiasmo. Matías sintió que su corazón latía más rápido. "¡Yo voy a ganar!" -se prometió a sí mismo.

Matías comenzó a investigar sobre el espacio. Durante semanas, pasaba horas en la biblioteca, leyendo libros sobre astronautas, cohetes y estrellas. Un día, mientras hojeaba un libro llamativo, encontró una historia sobre un astronauta llamado Pedro, que había viajado a la Luna y regresó para contar sus aventuras a los niños. "¡Voy a ser como él!" -exclamó Matías.

En la semana del concurso, Matías se sintió algo nervioso, así que decidió mostrárselo primero a sus amigos. Durante el recreo los reunió y les presentó su proyecto: una maqueta de cohete hecha con cajas de cartón, pintura y muchas ideas creativas. "Miren, este es mi cohete, y así es como iríamos a la Luna" -dijo señalando cada parte con dedicación.

"¡Es impresionante!" -dijo su amiga Carla, con los ojos brillantes. "¿Y qué más podrás contar en tu exposición?".

"He preparado una presentación sobre las constelaciones y la historia de los astronautas" -respondió Matías con orgullo.

El día del concurso llegó, y Matías estaba decidido a dar lo mejor de sí. Al llegar a la escuela, vio que otros niños también tenían ideas brillantes. Había un niño que había hecho un sistema solar con esferas de diferentes tamaños, y otra niña que mostró cómo se fabrican los cohetes. Matías sintió un pequeño miedo en su pancita, pero decidió no rendirse.

Cuando llegó su turno, subió al escenario con su corazón en la mano. "Hola, soy Matías, y hoy les voy a contar sobre los astronautas" -comenzó, mientras miraba al público lleno de caras interesadas.

A medida que hablaba, se fue sintiendo más confiado. "Los astronautas son personas valientes que viajan al espacio. Mi sueño es ser uno de ellos y ayudar a descubrir nuevos planetas".

Al finalizar su exposición, Matías no solo había compartido información, sino que también había contagiado su amor por el espacio a todos los que lo escucharon.

Finalmente, llegó el momento de los resultados. La maestra Rosa anunció al ganador: "El primer premio va para... Matías Saturno!". Matías saltó de alegría. "¡Lo logré!" -gritó mientras sus amigos lo aplaudían.

El taller en el centro de investigaciones espaciales fue impresionante. Allí conoció a un astronauta de verdad, quien le contó historias fascinantes. "Recuerda, nunca dejes de soñar" -le dijo el astronauta, sonriendo. "Los sueños se convierten en realidades si trabajas duro y crees en ti mismo".

Al regresar a San Vicente, Matías estaba decidido a seguir su camino hacia el espacio. Cada vez que miraba al cielo de noche, sabía que las estrellas no eran el límite, sino solo el comienzo de sus aventuras. Y así, Matías no solo se convirtió en un experto en el espacio, sino también en un inspirador para todos los niños de su escuela. Con su pasión y dedicación, quería demostrarles que cualquier sueño, por más grande que sea, puede hacerse realidad.

"¡Vamos a ser astronautas juntos!" -les dijo a sus compañeros en una de las charlas posteriores al taller. "El espacio nos espera, ¡y nosotros somos los próximos exploradores!".

Con cada estrella que brillaba, Matías recordaba que el camino apenas comenzaba, y que ya tenía una nave mental lista para despegar hacia su futuro.

Fin.

FIN.

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