El astronauta que hizo un amigo extraterrestre en el universo
Había una vez un intrépido astronauta llamado Lucas, que soñaba con explorar los confines del universo. Desde niño, Lucas pasaba horas mirando las estrellas, imaginando qué habría más allá de su hogar. Un día, fue seleccionado para una misión a un planeta lejano, y casi no podía contener su emoción.
El cohete despegó y, después de un largo viaje, Lucas llegó a un planeta azul y verde llamado Zoraxis. Era hermoso. Planetas flotantes, árboles que parecían bailar con el viento y criaturas de colores brillantes que nunca había visto.
Mientras Lucas exploraba, se encontraron con un pequeño ser que tenía grandes ojos amarillos y una piel suave como una nube.
"Hola, soy Zumi", dijo el ser con una voz suave.
"¡Hola! Soy Lucas, un astronauta de la Tierra", respondió Lucas, sorprendido y encantado.
"¿Tierra? ¿Es un lugar lejano?" preguntó Zumi sin parar de sonreír.
"Sí, muy lejano, pero no tanto como el vasto universo que nos rodea."
Lucas y Zumi comenzaron a explorar juntos. Zumi le enseñó a Lucas sobre las plantas luminosas que crecían en la noche y cómo algunos de los animales de Zoraxis podían volar sin alas. Asimismo, Lucas compartió con Zumi historias del planeta Tierra, de los árboles altos, de los grandes océanos y de los ríos que serpenteaban por el mundo.
Pasaban los días y su amistad crecía, pero un día, mientras jugaban en una colina de esponjosa hierba azul, Lucas se dio cuenta de que su cohete debía partir hacia casa.
"Zumi, tengo que irme...", dijo Lucas con tristeza.
Zumi lo miró, sus ojos se llenaron de lágrimas.
"¿Por qué no te quedas? Aquí sería mucho más divertido."
"Pero tengo a mi familia y a mis amigos esperándome en la Tierra. Sería un poco egoísta quedarme aquí solo por mi diversión."
Zumi frunció el ceño, pensativo.
"A veces veo a los viajeros llegar, pero nunca a uno regresar. ¿Por qué volver?"
"Porque cada vez que conozco un nuevo amigo, un pedazo de su historia se queda conmigo. De esta forma, nunca estoy solo, porque llevo sus historias conmigo. Eso es lo que me hace feliz."
Zumi reflexionó, y luego sonrió. "Entiendo. Yo también quiero que otros conozcan esta belleza. Traeré más viajeros a Zoraxis, y compartiré mis historias de ti."
Lucas sintió que su corazón se llenaba de alegría. "Eso sería maravilloso, Zumi. Y siempre podrás visitar la Tierra a través de mis relatos."
Ambos se dieron un abrazo eterno, sintiendo que la distancia en el espacio no podría borrar la conexión que habían formado.
Cuando llegó el momento del despegue, Lucas miró hacia su amigo. "Prometeme que seguirás explorando y compartiendo. Nunca dejes de soñar."
"Prometido, amigo mío. Te llevaré en mi corazón, y un día, tal vez, nos volvamos a encontrar."
Con un último vistazo a su nuevo hogar, Lucas subió al cohete. Al despegar, vio a Zumi agitando sus pequeños brazos y sonriendo.
Y así, mientras volaba de regreso a la Tierra, Lucas comprendió que la verdadera amistad no tiene fronteras. Su viaje lo había cambiado para siempre, y a partir de ese día, se dedicó a contar historias de su aventura y de su amigo Zumi, inspirando a otros a soñar en grande y a explorar el universo.
Con el corazón lleno de nuevas anécdotas, Lucas sabía que, aunque Zoraxis estaba a años luz de distancia, siempre tendría un pedacito de ese planeta y de su amigo en su interior.
Y desde entonces, Lucas siguió explorando, haciendo amigos en cada rincón del cosmos, mientras que Zumi compartía los cuentos de un astronauta que jamás olvidó su hogar, pero que encontró un amigo en el universo.
Fin.
FIN.