El astronauta que soñaba despierto
Era una tarde soleada en el barrio de Villa Urquiza, y los niños del vecindario jugaban en la plaza. Entre ellos estaba Tito, un niño curioso que siempre se preguntaba qué pasaría si alguien del futuro viniera a visitarlo.
Mientras jugaba con sus amigos, Tito vio a lo lejos a un extraño personaje caminando hacia él. Era un hombre alto y musculoso, con cabello rubio y ojos verdes brillantes.
Vestía una ropa extraña y llevaba consigo una mochila llena de artefactos desconocidos. "¡Hola chicos! ¿Puedo jugar con ustedes?" - dijo el hombre misterioso. Los niños se quedaron asombrados por su apariencia, pero rápidamente aceptaron al nuevo compañero de juegos.
El hombre les mostró algunos juegos divertidos que nunca habían visto antes. Uno de ellos era un juego donde tenían que saltar entre plataformas flotantes para llegar al otro lado de un río imaginario.
Después de jugar durante horas, el hombre misterioso les dijo a los niños algo sorprendente:"Chicos, tengo que irme ahora. Pero antes quiero decirles algo importante: ustedes pueden ser cualquier cosa que quieran ser en la vida".
Los niños se miraron unos a otros sin entender muy bien lo que quería decir aquel extraño personaje. "¿Cómo podemos ser cualquier cosa que queramos?", preguntó Tito. "Con esfuerzo y dedicación", respondió el hombre misterioso. "Si tienen un sueño o una meta en mente, trabajen duro para alcanzarla.
Y nunca pierdan la esperanza". El hombre desapareció repentinamente, dejando a los niños con muchas preguntas en sus mentes. Pero Tito sintió algo especial en su corazón después de escuchar las palabras del hombre.
A partir de ese día, Tito decidió que quería ser un astronauta cuando creciera. Empezó a leer libros sobre el espacio y la ciencia, y aprendió todo lo que pudo sobre cómo convertirse en un astronauta.
Pasaron muchos años desde aquel día en la plaza de Villa Urquiza. Tito se convirtió en un joven brillante y dedicado, y finalmente logró su sueño: fue seleccionado para formar parte de una misión espacial a Marte.
Mientras estaba sentado dentro de la nave espacial, Tito pensó en aquel hombre misterioso que había conocido tantos años atrás. Recordó sus palabras inspiradoras y se dio cuenta de que nunca habría llegado tan lejos sin ellas. "Gracias por creer en mí", dijo Tito al aire vacío.
"Dondequiera que estés ahora". Y así, gracias al papu misterioso del futuro, Tito logró alcanzar las estrellas.
FIN.