El atrapasueños de Anita


Había una vez, en un tranquilo rincón del jardín, una arañita llamada Anita. Era muy diligente y trabajadora, pasaba sus días tejiendo hermosas telas de araña entre las ramas de los árboles.

Un día, mientras Anita tejía con gran destreza su tela de seda brillante, algo mágico sucedió. Un rayo de sol iluminó su creación y la tela se transformó en un maravilloso atrapasueños. Sus hilos se convirtieron en plumas coloridas que danzaban al viento.

Anita miró con asombro el atrapasueños y decidió colgarlo cerca de su hogar para ver qué ocurriría. Al caer la noche, los sueños comenzaron a volar hacia él.

Los sueños buenos quedaban atrapados en las plumas y se deslizaban por ellas hasta llegar a Anita, quien los guardaba como tesoros preciosos. Un día soleado, cuando Anita estaba descansando bajo el atrapasueños convertido en hamaca, escuchó un llanto proveniente del otro lado del jardín.

Se acercó curiosa y encontró a Lucas, un pequeño niño triste sentado sobre una piedra. - ¿Qué te pasa? - preguntó amablemente Anita. - No puedo dormir porque tengo pesadillas todas las noches - respondió Lucas con lágrimas en los ojos.

Anita recordó entonces sus sueños atrapados en el atrapasueños y tuvo una idea maravillosa para ayudar al niño. - Ven conmigo - le dijo -, tengo algo especial que puede ayudarte a tener dulces sueños.

Anita llevó a Lucas hasta su hogar y le mostró el atrapasueños. El niño quedó maravillado al ver cómo las plumas bailaban con cada soplo de viento. - ¿Crees que esto pueda ayudarme? - preguntó Lucas con esperanza en sus ojos.

- Estoy segura de que sí - respondió Anita -. Este atrapasueños tiene un poder mágico, atrapa los sueños malos y deja pasar solo los buenos. Si lo cuelgas sobre tu cama, te protegerá durante la noche.

Lucas siguió el consejo de Anita y colgó el atrapasueños sobre su cama. Esa noche, por primera vez en mucho tiempo, durmió profundamente sin tener pesadillas. Los sueños malos eran capturados por las plumas del atrapasueños y se desvanecían antes de llegar a él.

A medida que pasaban los días, Lucas comenzaba a sentirse más feliz y seguro gracias a sus noches tranquilas. Y Anita también estaba contenta porque sabía que había ayudado a alguien especial.

Un día, cuando Anita regresaba a su hogar después de tejer una nueva tela de araña, encontró una sorpresa cerca del árbol donde había colocado originalmente su atrapasueños. Era un pequeño cartel hecho por Lucas que decía: "Gracias, Anita".

La arañita sonrió orgullosa y supo en ese momento que había cumplido su misión: hacer felices a quienes necesitaban ayuda. Desde entonces, continuó tejiendo telas de araña convertidas en atrapasueños para compartirlos con todos aquellos que necesitaran tener dulces sueños.

Y así, Anita y el atrapasueños mágico se convirtieron en leyenda en el jardín, recordándonos que siempre hay una manera de convertir nuestros problemas en soluciones y ayudar a los demás.

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