El Aula Maravillosa



Había una vez, en una escuela muy divertida llamada 'El Aula Maravillosa', un grupo de amigos muy especial. Cada uno de ellos tenía una habilidad única y especial. En esta escuela, los alumnos aprendían a aceptarse y quererse por quienes eran.

Lía, una niña con discapacidades visuales, siempre llevaba consigo un bastón blanco brillante. Aunque no podía ver, su mente era como una linterna que iluminaba todo a su alrededor. Un día, mientras jugaban en el patio, Lía dijo: "Hoy quiero hacer una búsqueda del tesoro, pero será diferente. Usaremos nuestras otras habilidades para encontrarlo!"-

Los amigos de Lía, Tomás, que utilizaba una silla de ruedas, y Sofía, que tenía dificultades de aprendizaje, se miraron emocionados. Sofía respondió: "¡Pero eso suena genial! ¿Cómo se juega?"-

Lía sonrió y explicó: "Voy a describir lo que hay en el patio pero usando otros sentidos. Ustedes me ayudarán a encontrar el tesoro con sus ideas. ¡Así todos tendremos un papel importante!"-

Fue así como comenzaron la búsqueda del tesoro. Lía escuchó el canto de los pájaros y el murmullo del viento. Con cada sonido, sus amigos lo interpretaron. "¡Escucha! El viento sopla más fuerte cerca de la fuente!"- gritó Tomás. Todos se movieron hacia allí, empujando su silla hacia la fuente mientras Sofía imaginaba las texturas que podía sentir.

Al llegar, Lía tocó el borde y dijo: "¡Es frío y mojadito! ¡Aquí debe de haber algo interesante!"- Con su mano, se inclinó y, para su sorpresa, sintió algo duro. La emoción la invadió cuando sacó del agua un pequeño cofre. "¡Lo encontré! ¡Es nuestro tesoro!"-

Pero al abrir el cofre vieron que solo había un espejo. "Ay, no hay oro ni joyas, solo un espejo"- dijo Sofía un poco decepcionada.

Lía, que lo había anticipado, dijo: "Esto es un tesoro. ¡Miren! Este espejo nos refleja a nosotros mismos y todas nuestras maravillas. Cada uno de los que somos, es el verdadero tesoro!"-

Tomás, emocionado, dijo: "¡Es cierto! ¡Nosotros hacemos maravillosa a esta aula!"-

Lía, con una sonrisa, agregó: "Y cada habilidad que tenemos nos hace únicos. No necesitamos objetos brillantes para brillar"-.

Con el corazón lleno de alegría, los tres amigos decidieron hacer un cartel para poner en el aula. En el cartel escribieron: 'Todos somos un tesoro único en 'El Aula Maravillosa'"-. Y así, siempre recordaron que quienes son realmente importa mucho más que lo que pueden hacer. Aunque cada uno era diferente, juntos eran imparables y su amistad brillaba más que cualquier joya.

Desde ese día, sus días en el aula se llenaron de más risas y aventuras, porque se dieron cuenta de que la verdadera magia estaba en aceptarse los unos a los otros tal como eran, demostrando que cada habilidad tenía un valor y que todos podían aprender unos de otros.

FIN.

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