El Autito Rojo y el Escarabajo Valiente
Érase una vez un pequeño y brillante autito rojo que disfrutaba de dar paseos por el jardín. Le encantaba sentir la brisa mientras deslizaba por el césped verde y las coloridas flores. Un día, mientras exploraba un rincón del jardín, el autito rojo se distrajo admirando una mariposa que danzaba de una flor a otra y, sin darse cuenta, se deslizó hacia un gran hormiguero.
Cuando se dio cuenta, ya era demasiado tarde. El autito rojo se había atascado en medio de un torbellino de hormigas negras que lo rodeaban emocionadas.
"¡Miren, un autito!" - gritó una hormiga que se asomaba desde el lado.
"¡Vamos a atraparlo!" - dijo otra con los ojos brillantes.
El autito, sintiéndose un poco aturdido y asustado, intentó moverse de un lado a otro, pero las hormigas eran rápidas y numerosas.
"¡Ayuda!" - gritó el autito rojo.
De repente, un escarabajo rojo se acercó volando, con sus brillantes alas desplegadas. Se posó cerca del autito y, con una voz fuerte y decidida, dijo:
"No temas, amigo mío, yo te ayudaré a salir de aquí."
Las hormigas se sorprendieron al ver al escarabajo.
"¿Qué crees que puedes hacer, escarabajo?" - preguntó una hormiga, con desdén.
"Soy más fuerte de lo que parezco. ¡Mantengan sus patas lejos de mi amigo!" - respondió el escarabajo.
Con una rápida maniobra, el escarabajo empujó suavemente al autito y lo sacó de la trampa de hormigas. Sin embargo, las hormigas no se dieron por vencidas y comenzaron a perseguirlos.
"Corré, autito, corré!" - gritó el escarabajo, mientras ambos se movían rápido por el césped.
El autito rojo empezó a temer por su seguridad.
"Creo que nunca podré salir de este lugar..."
"No digas eso. Siempre hay una salida, hay que buscarla juntos. ¡Sigue mi ritmo!" - contestó el escarabajo con una sonrisa de confianza.
Mientras corrían, el autito recordó cómo sus amigos otros autitos siempre jugaban en el parque.
"Si ellos estuvieran aquí, seguro podríamos hacer algo divertido para distraer a las hormigas" - dijo el autito. El escarabajo tuvo una idea brillante.
"¡Eso es! ¡Vamos a involucrar a todos los insectos del jardín!"
Con valentía, el escarabajo llamó a todos los insectos que habitaban cerca. Pronto, mariposas, libélulas y hasta grillos se unieron a la causa.
"¡Insectos del jardín, necesitamos su ayuda para distraer a las hormigas!" - dijo el escarabajo con gran entusiasmo.
"¿Y cómo haremos eso?" - preguntó una mariposa curiosa.
"Con una gran fiesta en el jardín. ¡Vamos a hacer el sonido más alegre que se haya oído!"
Así, todos juntos comenzaron a revolotear, a cantar y a hacer ruido. Las hormigas, aturdidas por el bullicio, se detuvieron por un momento en su carrera.
"¿Qué está sucediendo?" - murmuraron confundidas.
El autito y el escarabajo aprovecharon la oportunidad y, mientras las hormigas se distraían, se deslizaron rápidamente hacia la salida del hormiguero.
Una vez fuera, el escarabajo exclamó:
"¡Lo logramos! ¡Eres más valiente de lo que creías!"
"Gracias por tu ayuda, escarabajo. Nunca me imaginé que saldría de una situación como esta" - dijo el autito, sintiéndose aliviado y agradecido.
Desde ese día, el autito rojo y el escarabajo rojo se hicieron grandes amigos. Cada vez que el autito paseaba por el jardín, ya no lo hacía solo; siempre llevaba consigo a su nuevo compañero, listo para cualquier aventura.
Juntos aprendieron que la amistad y la colaboración son las mejores herramientas para enfrentar cualquier desafío. Y así, el autito rojo nunca volvió a sentirse solo en sus travesuras en el jardín, porque sabía que siempre podía contar con sus amigos.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.