El Autito Rojo y su Gran Aventura
Había una vez un pequeño autito rojo que vivía feliz en un juguetero. Un día, mientras rodaba por el jardín, se deslizó y cayó dentro de un enorme hormiguero. Las hormigas negras, muy curiosas, se acercaron rápidamente.
- ¡Mira lo que tenemos aquí! - dijo una hormiga muy pequeña.
- ¡Es un autito! - exclamó otra.
- ¡Vamos a atraparlo! - gritó una tercera.
El autito rojo, asustado y sin saber qué hacer, empezó a moverse rápidamente.
- ¡Alto ahí! - chilló la hormiga líder.
- ¡Tengo que irme! - respondió el autito rojo, y salió disparado de entre las hormigas que intentaban atraparlo.
Mientras corría, el autito se encontró con un río que parecía interminable. No había manera de cruzarlo.
- ¿Y ahora qué haré? - se preguntó con voz temblorosa mientras miraba el agua.
Entonces, de repente, apareció un escarabajo rojo, que pasó rodando por el borde del río. Al ver al pequeño autito con cara de preocupación, se detuvo.
- ¿Qué te pasa, amigo? - preguntó el escarabajo.
- Estoy atrapado aquí, las hormigas me persiguen y no puedo cruzar el río. - respondió el autito, un poco angustiado.
- ¡No te preocupes! Yo te ayudaré. - dijo el escarabajo con una gran sonrisa. - ¡Vamos a hacer una balsa para cruzar!
Juntos, el autito y el escarabajo reunieron algunas hojas y ramas secas para construir una balsa. Con mucho trabajo y algunas risas, lograron armar una balsa bastante resistente.
- ¡Listo! Ahora subite. - le dijo el escarabajo al autito rojo.
- ¡Esto me parece una locura! - exclamó el autito, pero tenía confianza en su nuevo amigo.
El escarabajo empujó la balsa al agua y, poco a poco, comenzaron a cruzar el río. El agua era fría y el autito podía sentir un poco de miedo, pero el escarabajo estaba a su lado, alentándolo.
- ¡Solo un poco más! ¡Vas a ver que va a ser divertido! - animaba el escarabajo.
Finalmente, después de una travesía un poco movida, llegaron al otro lado del río. El escarabajo saltó de la balsa y ayudó al autito a salir.
- ¡Lo logramos! - gritó feliz el escarabajo.
- ¡Sí! ¡Gracias por ayudarme! - dijo el autito rojo entusiasmado.
Pero de repente, al mirar hacia el río, vieron que las hormigas negras estaban en la orilla opuesta, mirando sin parar.
- ¡Oh no! ¡Siguen ahí! - dijo el autito, sintiéndose un poco triste.
- No te preocupes. - dijo el escarabajo. - Vamos a escondernos detrás de esos arbustos, así no nos ven.
Los dos se ocultaron detrás de los arbustos. Mientras esperaban, comenzaron a hablar.
- ¿Cómo es que eres tan valiente? - le preguntó el autito al escarabajo.
- La valentía no es la ausencia de miedo, sino la decisión de hacer algo a pesar del miedo. - explicó el escarabajo con seriedad.
Pasaron unos minutos y las hormigas se fueron.
- ¡Ya está! - dijo el escarabajo. - ¡Podemos salir!
- ¡Qué alivio! ¡Gracias por ser tan buen amigo! - dijo el autito, muy contento.
- Siempre hay que ayudar a los amigos, sin importar el tamaño. - respondió el escarabajo, guiñándole un ojo.
Finalmente, el autito rojo y el escarabajo compartieron algunas historias sobre sus aventuras. Desde entonces, el autito rojo brillaba con la alegría de su nueva amistad y las historias mágicas que vivirían juntos.
Y así, aprendieron que a veces las dificultades pueden hacerte conocer nuevos amigos y descubrir tu propia valentía.
Y colorín colorado, esta historia se ha acabado.
FIN.