El auto dorado de Benjamín



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Colores, un niño llamado Benjamín. Benjamín era un niño soñador y con una gran imaginación. Cualquier cosa podía convertirse en una aventura para él, pero lo que más deseaba era tener un auto dorado como el que había visto en un libro de cuentos.

Un día, mientras paseaba por el parque, se encontró con su amigo Lucas, quien estaba haciendo volar su cometa.

"¡Hola, Benjamín! ¿Qué estás soñando hoy?" - preguntó Lucas.

"¡Hola, Lucas! Estoy pensando en un auto dorado que vuela. ¡Sería increíble!" - respondió Benjamín con una gran sonrisa.

"¿Y dónde irías con un auto así?" - preguntó Lucas curioso.

"A lugares mágicos, a conocer nuevos amigos y a explorar el mundo" - dijo Benjamín"Quiero ver tanto, y ese auto podría llevarme a todos esos lugares".

Ese mismo día, Benjamín decidió que quería hacer realidad su sueño. Comenzó a juntar materiales de reciclaje que encontraba en su casa: cartones, latas vacías, y todo lo que le parecía útil.

Al día siguiente, lo invitó a Lucas a ayudarlo.

"¡Vamos Lucas! Te prometo que será divertido" - exclamó Benjamín emocionado.

Juntos trabajaron todo el fin de semana, cortando, pegando y pintando. Casi no se dieron cuenta de que los mejores momentos eran las risas que compartían mientras construían su auto dorado.

Finalmente, después de muchos esfuerzos, lograron crear un pequeño auto de cartón brillante. Era un poco torcido, pero para ellos era perfecto.

"¡Lo logramos! ¡Es nuestro auto dorado!" - gritó Benjamín lleno de alegría.

Decidieron hacer una carrera en la plaza del pueblo para mostrar su creación a todos sus amigos. Cuando llegó el gran día, muchos niños se juntaron a ver.

"¿Qué hay aquí?" - preguntó Martín, otro amigo.

"¡Es nuestro auto dorado! ¡Va a volar!" - dijo Benjamín, mirándolo con ojos brillantes.

Al principio, algunos rieron, pero Benjamín y Lucas estaban decididos a probarlo. Se subieron al auto y comenzaron a hacer ruido con un tambor y una flauta mientras se movían de un lado a otro. Todo el mundo comenzó a aplaudir.

"¡Miren! ¡El auto baila!" - gritó una niña.

En medio de la alegría, un viento fuerte empezó a soplar, moviendo el auto de cartón.

"¡A volar!" - exclamó Benjamín, simulando que el auto volaba.

- “¡Sí! ¡A volar alto, amigo! ” - respondiò Lucas, riendo a carcajadas.

Aunque no era un auto que realmente volara, la magia estaba en la diversión que compartieron. Al final, todos los niños decidieron unirse a la fiesta, construyendo más autos de cartón y creando una carrera de autos en el parque. ¡Eran felices y estaban creando recuerdos juntos!

Así descubrieron que, aunque el auto no volara, lo importante era la amistad, la creatividad y todos los momentos maravillosos que habían compartido. Benjamín aprendió que los sueños son posibles cuando se trabaja en equipo y se divierten juntos.

Desde ese día, el pequeño Benjamín no sólo tenía su auto dorado de cartón, sino también un montón de nuevos amigos y muchas más aventuras por vivir. ¡Y siempre recordarán que lo más mágico no es el auto, sino la imaginación!

Y colorín colorado, este cuento ha acabado.

FIN.

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