El Auto Volador de Donato
En un hermoso campo verde, donde las flores danzaban al ritmo del viento, vivía un pequeño auto llamado Donato. Donato no era un auto cualquiera; soñaba con volar. Mientras todos los autos de su vecindario hablaban sobre carreras y competiciones, él soñaba con ver el mundo desde el cielo.
Un día, mientras paseaba por el campo, Donato se encontró con una antigua caja cubierta de hojas y flores. Al abrirla, descubrió un globo aerostático. - ¡Guau! - exclamó Donato - ¿Quieren que intentemos volar?
Algunos autos rieron. - ¡No seas loco, Donato! ¡Los autos no vuelan! - dijo un auto viejo llamado Ramón, con una chispa de burlas en sus faros.
Pero Donato no se desanimó. Decidió que debía intentar volar. Con la ayuda de su mejor amigo, una pequeña bicicleta llamada Bella, comenzaron a preparar el globo.
- Vamos, Donato, si realmente quieres volar, entonces trabajemos juntos para hacerlo posible - animó Bella.
Después de días de preparación, llegó el gran día. Donato estaba nervioso, pero emocionado. - ¿Estás lista, Bella? - preguntó.
- ¡Lista como nunca! - respondió ella, sonriendo.
Con un fuerte viento y un gran suspiro, Donato se colocó justo debajo del globo. Este comenzaba a elevarse y, de repente, comenzó a levantar acometidas. - ¡Mira, lo estamos logrando! - gritó Donato, mientras sus ruedas tocaban ligeramente el suelo.
Con movimientos suaves, el globo comenzó a elevarse más y más. De repente, el viento cambió y el globo empezó a volar a gran velocidad. - ¡Ayuda! - gritó Donato, sintiendo un pequeño cosquilleo en su interior.
Bella se preocupó. - ¡Tranquilo, Donato! Solo respira. Tienes que mantener la calma. Recuerda, ¡tú querías esto!
Con un toque de valor, Donato tomó el volante y comenzó a dirigir nuevamente el globo que, a través de maniobras descoordinadas, terminó subiendo y bajando sin control. Pero poco a poco, dio con la forma de estabilizar el vuelo.
- ¡Eso es! - gritó Bella - ¡Lo tienes!
La celebración fue corta. El globo comenzó a descender porque no habían previsto la falta de combustible. - ¡Donato, hay que aterrizar! - voceó Bella.
- Pero no quiero caer, Bella - contestó Donato con un tono asustado.
- ¡Donato! - dijo Bella con firmeza - No tengas miedo, todos los grandes aventureros deben aprender a aterrizar. ¡Confía en ti mismo!
Finalmente, Donato tomó las riendas con valentía. - ¡Voy a intentarlo! - bramó, mientras ajustaba su dirección hacia un pequeño claro. Y así, con un leve tambaleo, aterrizó justo en el centro del campo lleno de flores.
Todos los autos que habían dudado de él, ahora aplaudían. - ¡Increíble! ¡Lo hiciste! - decía Ramón, mientras los demás coches se emocionaban.
- Nunca duden de un sueño, amigos - sonrió Donato, sintiendo su motor vibrar de felicidad. - Todos podemos volar si nos lo proponemos.
Desde aquel día, Donato se convirtió en el auto más querido del vecindario y también en un experto en el vuelo. A menudo, invitaba a sus amigos a volar con él, enseñándoles que aunque errar es humano, lo importante es intentar y nunca rendirse.
Y así, el pequeño auto volador siguió desafiando los cielos y recordando a cada uno de sus amigos que a veces, los sueños pueden hacerse realidad, solo si uno se atreve a intentarlo.
FIN.