El Ave que Nunca Vio el Mar



Había una vez un pajarito llamado Cielo, que vivía en un hermoso bosque lleno de árboles altos y flores de colores. Cielo era un ave muy curiosa, pero nunca había visto el mar. Soñaba con el momento en que podría volar más allá de las montañas y encontrar esa gran extensión de agua que todos los otros pájaros contaban en sus historias.

Una mañana, mientras estaba piando feliz en su árbol, escuchó a dos gorriones hablando sobre un viaje al mar.

"¡Es tan hermoso!" - decía uno.

"¡Y el agua es tan azul!" - decía el otro.

Cielo se acercó saltando entre las ramas.

"¿El mar? ¿Qué es el mar?" - preguntó, con sus ojos brillando de emoción.

Los gorriones se miraron y le respondieron:

"El mar es un lugar mágico, donde las olas juegan y el horizonte nunca termina."

Cielo sintió que su corazón latía más rápido.

"¡Yo quiero verlo!" - exclamó.

Los gorriones rieron suavemente.

"No es tan fácil. Hay que volar lejos, por encima de las montañas, y no todos los pájaros pueden hacerlo."

Pero Cielo no se desanimó. Decidió que haría todo lo posible por llegar al mar. Comenzó a entrenar sus alas, volando todos los días más alto y más lejos. Cada año que pasaba, ella se volvía más fuerte y más veloz.

Un día, mientras practicaba, se encontró con una anciana tortuga que caminaba lentamente hacia el lago.

"Hola, pequeña ave, ¿adónde vas tan apurada?" - preguntó la tortuga con una voz suave.

"Voy a ver el mar, quiero conocerlo!" - respondió Cielo con entusiasmo.

"¿El mar? Eso suena maravilloso, pero recuerda, no siempre es fácil alcanzar lo que deseamos. A veces, necesitamos ayuda."

Cielo reflexionó.

"Tienes razón. Tal vez debería buscar compañía. ¿Tú vendrías conmigo?" - preguntó esperanzada.

"Oh, querida, soy muy lenta para volar. Pero puedo ayudarte a encontrar otros amigos que te acompañen."

Cielo se sintió muy feliz y juntas comenzaron a buscar otros amigos. Por el camino, se encontraron con un grupo de patos.

"¡Hola, amigos! ¿Quieren ir al mar con nosotros?" - preguntó Cielo entusiasmada.

"¡Sí, suena divertido! Pero, ¿sabes cómo llegar?" - preguntó uno de los patos.

Cielo dudó un momento.

"No, pero... ¡seremos un gran equipo! Juntos podemos encontrar el camino."

Así, unieron fuerzas y avanzaron hacia las montañas. Sin embargo, el viaje no fue sencillo. Tuvieron que cruzar ríos y sortear obstáculos. En un momento tuvieron que detenerse, ya que una gran nube oscura apareció en el cielo.

"¿Eso es una tormenta?" - preguntó un pato con nervios.

"¡Sí! Pero no debemos rendirnos!" - dijo Cielo, intentando darles ánimo.

"¡Espera!" - interrumpió la tortuga. "Podemos refugiarnos en la cueva de la colina. Allí estaremos a salvo."

Siguiendo el consejo de la tortuga, se resguardaron. Durante la tormenta, Cielo se sentó en una roca y reflexionó sobre lo lejos que habían llegado. Después de un rato, el cielo se despejó y el sol volvió a brillar.

"¡Miren!" - gritó uno de los patos "¡Las montañas están al frente! ¡No queda mucho!"

Emocionados, continuaron su viaje. Cuando finalmente llegaron a la cima de la montaña, Cielo miró hacia abajo y su rostro se iluminó.

"¡Allí está! ¡Veo el mar!" - gritó, a punto de estallar de felicidad.

"¡Corred!" - gritaron los patos, volando rápidamente hacia la costa.

Cielo, llena de alegría, se lanzó en picada y, con cada batir de alas, su corazón latía con más fuerza. Finalmente, aterrizó en la orilla. Era más hermoso de lo que había imaginado: el agua brillaba bajo el sol, y el sonido de las olas era como música para sus oídos.

"¡Es maravilloso!" - exclamó al ver el horizonte infinito.

Sus amigos lo miraron sorprendidos, compartiendo su felicidad.

"¡Lo hemos logrado juntos!" - dijeron.

Cielo entendió entonces que el viaje era tan importante como el destino.

"Gracias a todos por acompañarme. Sin ustedes, nunca habría llegado. Juntos somos más fuertes."

Aprendieron que, aunque sus caminos a veces eran difíciles y llenos de desafíos, el trabajo en equipo y la perseverancia les ayudaron a encontrar su sueño. Con una sonrisa, Cielo prometió que siempre volverían a visitar el mar.

Y así, cada primavera, se reunían para recordar su aventura y celebrar la belleza de la amistad y la perseverancia.

FIN.

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