El Aventura de Aimi y Gorge en el Colegio



Era un día soleado y fresco en la ciudad, y Aimi estaba emocionada porque era su primer día en el colegio nuevo. Llevaba su mochila colorida cargada con útiles y un almuerzo preparado por su mamá.

- ¡Mirá, mamá! No puedo esperar a conocer a mis compañeros - dijo Aimi mientras se arreglaba el cabello frente al espejo.

- Estoy segura de que harás muchos amigos, Aimi. Además, tenés una sonrisa hermosa - respondió mamá, dándole un beso en la frente.

Cuando Aimi llegó al colegio, todo se sentía nuevo y extraño. Había un montón de chicos jugando en el patio, riendo y hablando animadamente. Aimi se sintió un poco nerviosa, pero decidió poner una gran sonrisa en su rostro y acercarse a ellos.

Mientras se acercaba, un chico de ojos azules y rizados la vio.

- ¡Hola! Soy Gorge. ¿Te acaban de traer tus papás? - preguntó con una sonrisa.

- Sí, soy Aimi. Este es mi primer día aquí - respondió ella, sintiendo que se le aliviaban los nervios.

- ¡Qué bien! Vamos a jugar al fútbol, ¿te gustaría? - propuso Gorge.

Aimi no sabía jugar muy bien, pero decidió intentarlo. Corrieron al campo de juego. Pronto, Gorge y los otros chicos comenzaron a pasarle la pelota, y aunque erróneamente Aimi la pateaba en dirección equivocada, todos se reían y la animaban.

- ¡Vamos, Aimi! ¡Podés hacerlo! - gritó Gorge, aplaudiendo con alegría.

Ese momento hizo que Aimi se sintiera parte del grupo. Al finalizar el recreo, todos se sentaron en un círculo para compartir sus experiencias.

- Ay, yo tengo un gato que juega a traer la pelota - contaba una niña.

- Y yo tengo un perro que se llama Rocky - decía otro.

Aimi pensó por un segundo y decidió que también quería compartir algo especial.

- Mi mamá me enseñó a hacer alfajores de dulce de leche. ¡Me encantaría hacerlos y traerlos para compartir con ustedes! - exclamó.

- ¡Sí! ¡Eso sería genial! - respondieron los chicos al unísono.

Los días pasaron, y Aimi se fue sintiendo más a gusto en el colegio. Una tarde, después de clase, Gorge la invitó a su casa.

- ¡Mis papás están por hacer una tarde de juegos! ¿Venís? - preguntó.

- ¡Claro! Me encantaría - dijo Aimi mientras saltaba de alegría.

Esa tarde, Aimi conoció a los papás de Gorge. Eran muy amables y le ofrecieron galletitas.

- ¡Son las mejores del mundo! - exclamó Aimi, llenando su boca de galletas.

- ¿No querés ayudarnos a preparar algo para jugar a la noche? - preguntó papá de Gorge.

- ¡Sí, me encantaría! - dijo Aimi sorprendida.

Mientras preparaban los juegos, Gorge se acercó a Aimi.

- Oye, Aimi, ¿te gustaría ayudarme a construir un fuerte de almohadas después? - le preguntó.

- ¡Por supuesto! Nunca hice uno tan grande - respondió emocionada.

Con el paso de los días, Aimi y Gorge se hicieron grandes amigos, explorando el colegio juntos y participando en actividades. Desde el fútbol hasta la preparación de alfajores, cada actividad fortalecía su amistad.

Un día, durante la clase de arte, la maestra anunció un concurso de dibujo.

- ¡El ganador será elegido por toda la clase! - dijo con entusiasmo.

Gorge, que siempre había sido muy talentoso en eso, se emocionó.

- Vamos, Aimi, ¡tengamos una idea genial juntos! - sugirió.

- ¿Qué te parece dibujar nuestra amistad? - respondió Aimi, pensando en cómo podrían combinar sus ideas.

Juntos, empezaron a bosquejar su dibujo, que reflejaba su felicidad y lo que habían aprendido el uno del otro. Sin embargo, había un giro inesperado. El día del concurso, el dibujo de Aimi no estaba terminado.

- Estoy tan triste. No sé si debería participar - dijo Aimi un poco desanimada.

- No, Aimi, tu esfuerzo es lo que vale. Lo que importa es que hayas disfrutado el proceso y que trabajamos juntos - la motivó Gorge.

Aimi decidió presentar su dibujo, aunque no estaba perfecto. Cuando la maestra anunció al ganador, no fue por el detalle ni la perfección, sino por la hermosa historia que contaba.

- La ganadora es… Aimi, por su increíble representación de la amistad y del trabajo en equipo - dijo la maestra.

Aimi no podía creerlo.

- No lo puedo creer, ¡gané! - gritaron todos juntos.

- ¡Lo hicimos juntos! - exclamó Gorge.

- Gracias por ser un gran amigo - le susurró Aimi.

Al finalizar el año escolar, Aimi y Gorge organizaron una tarde de juegos en el parque para todos sus nuevos compañeros.

- ¡Vamos a traer alfajores y galletitas! - dijo Aimi emocionada.

- ¡Serán las mejores tardes de juegos! - añadió Gorge.

Y así, con mucho esfuerzo, creatividad y la ayuda de sus padres, Aimi y Gorge demostraron que una gran amistad puede superar cualquier dificultad, y que lo importante no es ganar, sino disfrutar cada pequeño momento juntos en este viaje llamado vida.

FIN.

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