El Aventura de Papá Manuel y el Alien
Era una noche estrellada en el pequeño pueblo de Florencita. Papá Manuel, un hombre de mediana edad y siempre lleno de creatividad, decidía salir al patio con sus grandes anteojos de ver. –"Hoy voy a descubrir algo extraordinario", decía mientras se acomodaba las gafas sobre su nariz.
Su hijo, Lucas, quien tenía diez años y una imaginación desbordante, lo miraba curioso. –"¿Qué querés descubrir, papá?", preguntó entusiasmado.
–"Aparecen muchas cosas en la noche, Lucas. Quizás hoy, justo hoy, podamos ver un alienígena!"
Lucas reía. –"¿Un alienígena? ¿De verdad creés que existen?"
Papá Manuel sonrió con complicidad. –"Lo importante es no dejar de soñar, hijo. Ahora vení, mirá al cielo conmigo."
Ambos se sentaron en el borde del patio, mirando hacia las estrellas brillantes. Papá Manuel, con sus gigantes anteojos, parecía un explorador preparado para un gran viaje. –"Vamos a contar las estrellas, y si vemos algo raro, nos avisamos, ¿eh?"
Una hora más tarde, Lucas, un poco cansado de contar estrellas, de repente gritó: –"¡Papá! ¡Mirá!"
Al asomarse, Papá Manuel vio una luz brillante que danzaba entre las estrellas. –"Eso no parece una estrella, Lucas. ¿Y si es un…?"
–"¡Sí, un alienígena!" interrumpió Lucas, con los ojos como platos.
La luz se acercaba más y más, y Manuel sintió que su corazón latía con fuerza. Pero cuando la luz se acercó lo suficiente, se dieron cuenta de que no era un alien, sino una pequeña cometa que había caído cerca de un árbol del patio.
–"No te desanimes, hijo. Esto puede ser un nuevo comienzo", dijo Papá Manuel.
Juntos, se acercaron al árbol. Al tocar la cometa, esta se iluminó y, para su sorpresa, comenzó a hablar. –"Hola, soy Copi, una cometa de otro planeta. Buscaba amigos y me perdí. ¿Podrían ayudarme a volver a casa?"
Lucas miró a su papá. –"¡Claro que sí! Pero, ¿cómo hacemos?"
–"Deberían construir un cohete. Hoy tienen la oportunidad de ser grandes inventores", dijo la cometa.
Papá Manuel se iluminó. –"¡Eso es! Vamos a construir un cohete, Lucas, y así ayudaremos a Copi. Cada buena idea cuenta, así que hay que usar todo lo que tengamos."
Los tres pasaron la noche reuniendo cartones, botellas y un montón de cosas que encontraron en el cobertizo. –"Esto será el motor", decía Manuel, mientras ponía piezas juntas. –"Y esto será la cabina", añadía Lucas.
Al amanecer, después de horas de trabajo, lograron construir un cohete que se veía bastante original.
–"¿Están listos para el lanzamiento?" preguntó Copi emocionada.
–"¡Listo!" respondieron casi a dúo.
Junto a la cometa, contaron hasta tres y simulando un lanzamiento, todos gritaban, alzando las manos en el aire. –"¡Uno, dos, tres…!"
Al hacerlo, una chispa recorrió el cuerpo de la cometa, lanzando destellos que iluminaban el patio. A medida que los destellos aumentaban, Copi comenzó a elevarse hacia el cielo. "¡Gracias, amigos! Siempre recordaré esta noche", dijo mientras se alejaba.
Papá Manuel y Lucas se miraron y sonrieron.
–"¿Viste, papá? ; ¡hicimos un nuevo amigo y vivimos una aventura increíble!"
–"Sí, hijo. Esto nos muestra que nunca dejemos de soñar y que la verdad a veces supera a la ficción". Luego abrazaron y comprendieron que, aunque los alienígenas son un misterio, la amistad y la creatividad son las mejores aventuras que se pueden hallar.
Desde ese día, Lucas y Manuel siguieron contentos explorando las estrellas y cada noche escuchando más historias desde el patio, sabiendo que cualquier sueño puede hacerse realidad con un poco de imaginación y trabajo en equipo.
FIN.