El Aventura del Espongisaurio



En una soleada mañana en el pintoresco pueblo de Colinalia, Gabby y su inseparable amigo, Pandy, estaban explorando el bosque cercano, cuando de repente, escucharon un rugido fuerte que reverberó entre los árboles.

"¿Qué fue eso?" - preguntó Pandy, con ojos llenos de curiosidad.

"No lo sé, pero debemos averiguarlo!" - exclamó Gabby, emocionada. Ambos comenzaron a seguir el sonido.

Después de dar unos pasos, se encontraron con un pequeño claro donde una criatura extraordinaria estaba atrapada. Era el Espongisaurio, un dinosaurio esponjoso que brillaba con colores vibrantes, pero estaba cubierto de barro y agua.

"¡Mirá!" - gritó Gabby. "Es un dinosaurio de esponja!"

"¡Es adorable!" - añadió Pandy. "Pero parece que necesita ayuda."

Gabby y Pandy se acercaron. Cuando tocaron al Espongisaurio, el dinosaurio empezó a moverse.

"¡Ruge! ¡Aplasta!" - gritó el Espongisaurio, mientras se estiraba y crecía a una altura impresionante.

"¡Wow! ¡Es increíble cómo creció!" - exclamó Gabby, asombrada.

"Pero, ¿y si se pasa de tamaño?" - se preocupó Pandy.

Gabby pensó un momento y dijo:

"Podemos mantenerlo en el tamaño perfecto si lo cuidamos correctamente!"

"¡Tienes razón! Pero, ¿cómo hacemos eso?" - preguntó Pandy.

"Necesitamos aprender sobre cómo funciona su crecimiento y encogimiento."

Decididos a ayudar a su nuevo amigo, Gabby y Pandy se pusieron a investigar. Recordaban que el Espongisaurio crecía cuando se mojaba y se encogía cuando se secaba, así que idearon un plan.

"¿Qué tal si le hacemos un lugar especial en el patio de casa? Podemos ponerle una piscina grande y una zona de secado con toallas!" - sugirió Gabby.

"¡Eso va a ser genial! Así podemos controlarlo mejor!" - respondió Pandy.

Con entusiasmo, se pusieron manos a la obra. Juntaron una pileta inflable, muchas toallas grandes y un montón de juguetes para el Espongisaurio. Al terminar, miraron con orgullo su creación.

"¡Listo! Ahora, solo falta que venga el Espongisaurio!" - dijo Gabby.

"¡Voy a llamarlo!" - gritó Pandy. "¡Espongisaurio! ¡Ven aquí!"

Al escuchar su nombre, el Espongisaurio apareció de entre los árboles, saltando con alegría.

"¡Ruge! ¡Aplasta!" - volvió a gritar.

Gabby lo llevó a la pileta y lo mojó despacito. En un instante, se hizo gigante y llenó el área de alegría. Pero de repente,

Pandy, emocionado, corrió a buscar los juguetes pero, sin querer, derramó un balde con agua sobre el Espongisaurio.

"¡Ups! ¡Perdón!" - dijo Pandy, mientras el dinosaurio crecía aún más.

"¡Ruge! ¡Aplasta! ¡Soy un gigante!" - exclamó el dinosaurio, pero ahora estaba un poco descontrolado.

Gabby miró a Pandy, un poco asustada.

"¡Debemos hacer que se moje otra vez, antes que crezca tanto!"

"¡Sujétalo! ¡Yo le voy a arrojar una toalla seca!" - gritó Pandy.

Gabby se puso detrás del Espongisaurio y le pasó la manguera para mojarlo, mientras Pandy le lanzaba la toalla para secarlo.

"¡No te preocupes, amigo! ¡Te ayudaremos!" - dijo Gabby.

Con mucho cuidado, lograron mantener al dinosaurio en el tamaño perfecto.

"¡Así! ¡Esa es la medida!" - exclamó Pandy, entre risas.

"Y ahora podemos jugar juntos!" - agregó Gabby.

Desde ese día, Gabby y Pandy se convirtieron en los mejores amigos del Espongisaurio. Jugaron todos los días en su patio, y cada vez que necesitaban ajustar su tamaño, aprendieron a hacerlo con cuidado y amor.

"Tal vez deberíamos escribir un libro sobre nuestro amigo espongioso!" - sugirió Pandy, un día mientras jugaban.

"¡Sí, y así otros niños pueden aprender sobre él también!" - respondió Gabby emocionada.

Así, Gabby, Pandy y el Espongisaurio no solo disfrutaron de su amistad, sino que también compartieron su historia con otros, enseñando a todos sobre la importancia de cuidar y comprender a los seres que nos rodean. Y siempre, siempre recordaron que con un poco de atención y mimo, cualquier problema puede tener una solución.

FIN.

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