El Aventura Verde de Cristian y Ruth
Había una vez en una divertida escuela de un pequeño barrio, un curso con dos alumnos muy distintos: Cristian, un apasionado hincha de River Plate que pasaba muchas horas hablando sobre fútbol y animando a su equipo, y Ruth, conocida por ser la primera en llegar a cualquier fiesta, pero que a menudo se escapaba de las clases cuando no había joda.
A pesar de sus diferencias, ambos compartían una importante clase: Tecnología, donde el profesor Agustín se esforzaba por enseñarles sobre el cuidado del medio ambiente y el uso responsable de la energía.
Un día, mientras el profesor Agustín explicaba la importancia de ahorrar energía, Cristian levantó la mano con una gran sonrisa:
"Profe, ¿y si ahorramos energía para no gastar tanta luz y así podemos ir a ver a River al estadio?"
El profesor Agustín sonrió y respondió:
"¡Esa es una gran idea Cristian! Pero, además de eso, ahorrar energía nos ayuda a cuidar nuestro planeta. Si todos hacemos un pequeño esfuerzo, ¡podemos lograr un gran cambio!"
Ruth, que se había reído de la ocurrencia de Cristian, intervino con aliento:
"¡Tenés razón! Tal vez si ahorramos un poco de energía, podríamos organizar una fiesta para celebrar al final del año. Podríamos hacer algo grande, con mucha gente y música. ¡Imaginate!"
Agustín pensó que debía aprovechar el entusiasmo de sus alumnos y propuso:
"¿Qué les parece si organizamos un proyecto a lo largo del año? Podríamos hacer algo que ayude al medio ambiente y, al mismo tiempo, si conseguimos buenos resultados, celebremos con esa fiesta que quieren tantas ganas."
Cristian y Ruth se miraron emocionados y asintieron enfáticamente. Así comenzó la aventura de Cristian y Ruth.
Cada semana, aprendían algo nuevo. Cristian se emocionaba cada vez que el profesor hablaba sobre las energías renovables, como la energía solar y eólica, y a Ruth le encantaba realizar experimentos con materiales reciclables. Un día, mientras hacían un trabajo sobre el reciclaje, Cristian tuvo otra idea:
"¿Y si hacemos una campaña de reciclaje en la escuela?"
Ruth se iluminó con la idea:
"¡Sí! Podemos invitar a toda la clase para que traigan botellas y latas y así recompensarlos con unas entradas para la fiesta al final del año."
El profesor Agustín estuvo de acuerdo con el plan y ayudó a los chicos a organizar la campaña. Se pusieron a trabajar con ganas. Cristian hablaba con todos los compañeros de su clase y Ruth, con su carisma, logró convencer a los que normalmente faltaban
Pero no todo fue fácil. Se acercaba la fecha de la campaña y algunos chicos comenzaron a perder la motivación.
"Creo que no tiene sentido, nunca lograremos juntar suficientes cosas para que valga la pena", dijo uno de sus compañeros.
Cristian, dolido por las palabras, buscó a Ruth, que lo animó diciendo:
"No podemos rendirnos, ¡solo debemos comenzar con lo que tenemos!"
Inspirados por esa energía positiva, comenzaron a juntar botellas y latas, y poco a poco, más compañeros se sumaron al proyecto. Cada viernes después de clases, los tres se reunían para clasificar lo que habían recolectado. Cristian incluso hizo un dibujo con la rima:
"Con cada botella que juntamos, el planeta cuidamos y una fiesta organizamos".
Finalmente, llegó el día de la campaña. Con todos los alumnos de la escuela juntos, lograron juntar una gran cantidad de material reciclable. El reciclaje fue un éxito, y todos comenzaron a sentir su impacto positivo en la comunidad.
El director, emocionado, anunció que podían hacer la fiesta en el patio de la escuela. Cristian y Ruth saltaban de alegría y el profesor Agustín los felicitó:
"¡Hicieron un gran trabajo y hoy están mostrando que todos podemos hacer algo por el planeta!"
Así llegó el día del festejo, y todo el curso, junto a sus compañeros, disfrutaron de una linda fiesta, llena de risas, música y diversión. A Cristian le había tocado animar a los presentes y Ruth organizó juegos súper divertidos.
Al final de la noche, los tres se sentaron juntos, mirando cómo todo había florecido a partir de una simple idea.
"No solo cuidamos el medio ambiente, sino que además hicimos amigos y nos divertimos", dijo Cristian.
"¡Todo gracias a que no nos rendimos!", agregó Ruth.
"Y eso es solo el principio. Recuerden, chicos, cada pequeña acción cuenta. ¡Sigamos cuidando nuestro mundo!", concluyó Agustín con una sonrisa.
Y así, de manos de Cristian, Ruth y el profesor Agustín, no solo aprendieron sobre tecnología, sino también acerca del valor de la perseverancia y la importancia de cuidar nuestra casa, la Tierra. Juntos, demostraron que desde pequeños se puede hacer una gran diferencia, y al finalizar el año, su fiesta fue solo el inicio de muchas más aventuras por venir.
FIN.