El Baile de Amadeo



Había una vez un niño llamado Amadeo, era muy travieso y siempre estaba metido en problemas. Era conocido en el vecindario como "plaga inquieto" por su comportamiento disruptivo.

A pesar de esto, tenía dos grandes pasiones: los animales y el baile. Un día, mientras jugaba cerca del parque, encontró a un pequeño gatito abandonado. Amadeo se acercó con cautela al animalito y lo tomó entre sus brazos. Desde ese momento, decidió que sería su compañero fiel.

Amadeo llevó al gatito a casa para cuidarlo y darle comida. Sin embargo, pronto descubrió que tener una mascota no era tan fácil como pensaba. El gato arañaba los muebles y hacía desorden por todas partes.

"¡Gato malvado! ¡Deja de hacer eso!" gritaba Amadeo cada vez que encontraba otro destrozo en la casa. Su mamá le explicó que para tener un animal debía ser responsable y cuidarlo bien.

Con el tiempo, Amadeo aprendió cómo tratar adecuadamente a su gato y se convirtió en un dueño amoroso. Un día, mientras caminaban juntos por el parque, escucharon música proveniente de una clase de baile cercana.

La curiosidad invadió a Amadeo e insistió en entrar para ver qué estaba ocurriendo allí dentro. Al principio se sintió intimidado por todos los niños bailando con gracia y elegancia. Pero luego vio algo sorprendente: uno de ellos tropezó y cayó al suelo durante una rutina difícil.

Todos rieron excepto uno: la niña que estaba a su lado. Ella se acercó al niño caído y lo ayudó a levantarse, diciéndole palabras amables. Amadeo se inspiró en la bondad de esa niña y decidió intentar bailar también.

Pero cuando comenzó a practicar, descubrió que no era tan fácil como parecía. Se frustraba cada vez que no lograba hacer una pirueta o un salto correctamente.

"¡No puedo hacerlo! ¡Es demasiado difícil!" gritaba Amadeo mientras pateaba el suelo con rabia. Pero entonces recordó la actitud amable de la niña del parque. Decidió cambiar su perspectiva y tratar de aprender con paciencia y dedicación.

Con el tiempo, Amadeo mejoró sus habilidades de baile y se convirtió en uno de los mejores estudiantes de la clase. También aprendió a ser más respetuoso con los demás niños y a controlar su temperamento.

Gracias a sus experiencias con el gato y el baile, Amadeo cambió su actitud traviesa por una más responsable y amorosa hacia los demás seres vivos. Dejando atrás su apodo "plaga inquieto", ahora era conocido como "el chico amable" por todos sus amigos del vecindario.

FIN.

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