El Baile de la Amistad



Era una mañana soleada en la Escuela Primaria Estrella Brillante. Los alumnos estaban sentados en el patio, esperando que sus maestras y profesores se reunieran para hablar sobre un nuevo proyecto escolar. Todos estaban un poco ansiosos, pero emocionados al mismo tiempo.

De repente, Karina, una alumna de quinto grado con una chispa especial en sus ojos, levantó la mano y dijo:

"¡Yo tengo una idea! ¿Por qué no hacemos una fiesta de baile?"

Todos se miraron entre sí, sorprendidos. Algunos sonrieron, mientras que otros se quedaron dudando. La profesora María, que había estado a cargo del evento, se acercó a Karina con una sonrisa.

"¿Y qué tipo de baile tenías en mente, Karina?"

"Podemos bailar distintos estilos, desde cumbia hasta hip hop. ¡Sería divertido!" propuso Karina con entusiasmo.

Los docentes se miraron, deliberando. El profesor Gómez, siempre dispuesto a fomentar la diversión, dijo:

"Me gusta la idea. Pero necesitamos a todos involucrados. ¿Qué les parece si organizamos ensayos y les enseñamos algunos pasos a los que no sepan?"

La mayoría de los alumnos aplaudió, pero había algunos que se mostraron escépticos. Gonzalo, un chico que nunca se animaba a bailar, murmuró:

"Pero, ¿y si somos malos?"

Karina escuchó su comentario y decidió intervenir:

"No importa si somos buenos o malos. Lo importante es que nos divirtamos y aprendamos juntos. Quizás descubramos que a muchos les gusta bailar y ni sabíamos".

Después de un rato, todos los alumnos empezaron a emocionarse y luego de una rápida votación, la idea fue aprobada.

Los días siguientes, Karina organizó ensayos en el patio después de clases. Al principio, los chicos ensayaban un poco tímidos, pero a medida que pasaban los días, comenzaron a soltarse. El profesor Gómez enseñó pasos de salsa, la profe Ana trajo música clásica y todos aprendieron un vals. La diversidad de estilos hizo que cada uno pudiera encontrar algo que le gustara.

Una tarde, mientras ensayaban una coreografía de cumbia, Gonzalo se quedó observando desde un costado.

"¿Por qué no te unes, Gonzalo?" lo animó Karina desde el centro del patio.

"No sé, creo que no importo. A nadie le interesa bailar conmigo".

Karina, sin pensarlo dos veces, corrió hacia él:

"¡Eso no es verdad! ¡Ven, todos somos amigos aquí!"

Y así, ella lo tomó de la mano y lo llevó al medio del grupo. Todos lo recibieron con aplausos, y Gonzalo, aunque un poco nervioso, comenzó a moverse al ritmo de la música. Poco a poco, se fue sintiendo más seguro.

Con el paso de los días, la amistad se fue fortaleciendo entre todos. Karina siempre tenía una palabra de aliento para cada uno y ayudaba a quienes se sentían inseguros. Gonzalo se convirtió en uno de los más entusiastas.

Finalmente, llegó el gran día de la fiesta. El patio de la escuela estaba decorado con globos y serpentinas, y la música sonaba a todo volumen. Todos los alumnos estaban emocionados, pero sólo unos pocos se atrevían a dar el primer paso a la pista de baile.

Cuando la música comenzó, Karina se acercó al micrófono:

"¡Vamos todos a bailar! Esta es nuestra fiesta, y no hay lugar para la vergüenza".

Con su energía contagiosa, pronto todos se animaron a bailar. Gonzalo, que al principio estaba inseguro, hizo una coreografía fantástica que había inventado junto a sus amigos. La sala estalló en vítores y risas.

A medida que todos bailaban, Karina se dio cuenta de algo. El baile no solo les había enseñado a moverse mejor, sino que también había unido a todos en una gran amistad.

Al final de la fiesta, todos estaban exhaustos pero felices. Karina se subió a una silla y gritó:

"¡Esto fue increíble! ¡Gracias a todos por bailar, somos grandes amigos!"

Desde ese día, cada semana se reunían para bailar y fortalecer esos lazos. La escuela se llenó de risas y música, y Karina entendió que a veces, las mejores ideas vienen directamente de la confianza de un grupo unido.

Así concluyó el viaje de baile en la escuela, que no solo se trató de aprender pasos, sino también de la importancia de la amistad, la inclusión y el trabajo en equipo. Y así, cada vez que sonaba música en el patio, recordaban aquellos días mágicos, llenos de alegría y unión.

FIN.

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