El baile de la caca en el baño

Había una vez un baño muy colorido y divertido, donde vivía la caca más alegre y bailarina de todos.

Todos los días, la caca se levantaba con una energía desbordante y se ponía a bailar al ritmo de la música que sonaba en la radio del baño. "¡Buenos días, grifo! ¡Buenos días, espejo! ¡Buenos días, cepillo de dientes!" saludaba la caca mientras se movía al compás de la melodía.

A pesar de las risas y los comentarios de los demás objetos del baño, la caca no se detenía y seguía bailando con una sonrisa en su cara.

Un día, el papel higiénico le preguntó curioso: "¿Por qué bailas tanto, caca?" "Porque la vida es demasiado corta para no disfrutarla al máximo. Bailar me hace feliz y quiero contagiarte esa alegría a ti y a todos los demás del baño", respondió la caca con entusiasmo.

A partir de ese día, la caca se convirtió en la animadora oficial del baño, contagiando a todos con su positividad y su divertido baile. Sin embargo, un día llegó un invitado inesperado al baño: el mal humor.

El mal humor entró al baño con su actitud pesimista y comenzó a entristecer a todos los objetos con sus quejas y su mala energía. La caca, viendo que el mal humor estaba afectando la armonía del baño, decidió hacer algo al respecto.

Con su mejor baile y su sonrisa más radiante, la caca se acercó al mal humor y le dijo: "Aunque parezca difícil, siempre hay algo por lo cual estar agradecido.

¿Por qué no bailas conmigo y compartes tu alegría con nosotros?" Sorprendido por la actitud positiva de la caca, el mal humor no pudo resistirse y terminó contagiándose de la alegría del baño. A partir de ese momento, el mal humor decidió cambiar su actitud y, con el baile y la alegría de la caca, se convirtió en un invitado bienvenido en el baño.

La caca demostró que, con su actitud positiva y su constante alegría, podía hacer del baño un lugar mucho más feliz.

Y así, todos los días, la caca bailaba feliz, contagiando a todos con su inagotable energía y recordándoles que siempre hay algo por lo cual sonreír.