El Baile de la Navidad Mágica
En un pequeño pueblo llamado Villanieve, cada Navidad era una celebración especial. La gente decoraba sus casas con luces brillantes y colgaban guirnaldas en las puertas. Pero lo más esperado de la ocasión era el Gran Baile de Navidad que se celebraba en la plaza del pueblo.
Un año antes del baile, había una pequeña niña llamada Clara, que soñaba con bailar en la fiesta navideña. Todos los días, practicaba frente al espejo y soñaba con el momento en que podría mostrar sus pasos al mundo. Pero este año, algo inusual sucedió. La nieve cubrió el pueblo casi sin parar, haciendo que las calles estuvieran llenas de hielo y que los ensayos para el baile se dificultaran.
Un día, mientras Clara se asomaba a su ventana, escuchó un ruido extraño. Se asustó un poco, pero su curiosidad la llevó a salir de su casa. Cuando llegó a la plaza, encontró a un grupo de criaturas mágicas que danzaban sobre la nieve, girando y saltando, llenando el aire de risas y alegría. Eran los Duendes de la Navidad, que se habían escapado de su hogar en el bosque.
"¿Por qué no estás en casa, pequeños duendes?" - preguntó Clara, con los ojos muy abiertos.
"¡Venimos a ayudar a este pueblo!" - exclamó uno de los duendes. "La nieve no nos detendrá. Este año, la Navidad tiene que ser más especial que nunca."
Clara no podía creerlo. Unos duendes bailando y preparando la Navidad. Se sintió inspirada y se unió a ellos en la danza. Pronto, otros niños del pueblo la vieron y se unieron también.
"¡Vamos! ¡Bailemos juntos!" - gritó Clara, llena de emoción.
Los duendes enseñaron a Clara y a los demás los pasos de sus danzas mágicas. Cada giro y salto estaba lleno de alegría y un toque de magia. El aire se llenó de risa y el espíritu navideño comenzó a contagiarse entre todos los que se unían al baile.
Sin embargo, los duendes se dieron cuenta de que su magia era limitada. Tanto baile había empezado a hacer que la nieve se derritiera, y si continuaban así, no habría nieve para la Navidad.
"Necesitamos encontrar una solución. Nuestra magia se está desvaneciendo" - dijo un duende preocupado.
"¿Y si hacemos un gran baile el día de Navidad? - propuso Clara, pensando en cómo juntar a todo el pueblo para disfrutar juntos. "Podemos invitar a todos para que se unan a nosotros."
La idea fue recibida con entusiasmo y al siguiente día, Clara y los duendes fueron de casa en casa, invitando a todos a la Fiesta del Baile de Navidad.
El día de Navidad llegó, y cuando el sol salió, Villanieve se llenó de alegría. La plaza fue decorada con luces, cintas y dulces. Las risas y la música comenzaron a sonar, y todos los habitantes del pueblo se acercaron a participar. Clara, vestida de rojo y blanco, estaba lista.
Cuando empezó el baile, Clara se sintió más feliz de lo que nunca había estado. Los duendes guiaban los pasos, y pronto el pueblo entero estaba bailando como nunca antes. La música llenó el aire y la magia comenzó a fluir, rodeando a todos.
"¡Hagamos un giro en este momento!" - gritó Clara, mientras tomaba de la mano a su mejor amiga, Ana.
Los niños giraban, los adultos reían y hasta los abuelos se unieron al baile. Entonces, algo maravilloso sucedió: con cada movimiento, la nieve que se había derretido empezó a volver, cubriendo la plaza en un manto brillante y suave, que iluminó la Navidad en el pueblo.
Al final de la noche, todos estaban cansados pero felices. Los duendes, agradecidos, prometieron volver cada año para celebrar con ellos.
"La Navidad no es solo una fecha, es el momento en que todos nos unimos, compartiendo risas y bailes" - dijo Clara, mirando a sus amigos con una sonrisa.
Desde entonces, Villanieve nunca dejó de celebrar el Gran Baile de Navidad, recordando que no se trataba solo de regalos, sino de la unión, la alegría y el amor que compartían. Y así, cada año, la plaza se convertía en un lugar de baile mágico, donde la felicidad siempre encontraba su camino.
FIN.