El baile de los recuerdos perdidos
Había una vez, en un tranquilo barrio de Buenos Aires, una niña llamada Emilia. Emilia tenía 12 años y le encantaba ir a la escuela para aprender cosas nuevas y divertirse con sus amigos.
Pero un día, mientras viajaba en auto con su familia, tuvieron un accidente. Afortunadamente, todos estaban bien, pero Emilia perdió la memoria por un tiempo.
Emilia fue trasladada al hospital donde los doctores le dijeron que debía hacer reposo durante dos meses para recuperarse por completo. La noticia entristeció mucho a Emilia, ya que significaba que no podría ir a la escuela ni asistir a las clases de baile que tanto disfrutaba.
Por las noches, cuando se quedaba dormida, Emilia tenía sueños muy especiales. En sus sueños, ella iba a la escuela y participaba en todas las actividades junto a sus amigos. Bailaban juntos en el patio y reían sin parar.
Estos sueños eran tan vívidos que cuando despertaba, sentía una profunda tristeza al darse cuenta de que no eran reales. Un día, mientras estaba en el hospital dibujando en su cuaderno de colores, llegó una visita inesperada: era Martina, la maestra de baile de Emilia.
Martina le trajo un regalo muy especial: un CD con música alegre para que pudiera escucharla y bailar desde su habitación. Emilia estaba emocionada y comenzó a moverse al ritmo de la música en su cama.
Martina se unió a ella y juntas bailaron como si estuvieran en clase. Fue un momento mágico que hizo olvidar por un instante la tristeza de no poder ir a la escuela.
"¡Gracias por traerme música! Me hace sentir como si estuviera bailando con mis amigos", dijo Emilia con una sonrisa. "No hay de qué, querida Emilia. El baile es algo que llevamos dentro y podemos disfrutarlo siempre, incluso si estamos quietos", respondió Martina cariñosamente.
A partir de ese día, Martina visitaba regularmente a Emilia en el hospital para bailar juntas y hablar sobre todo lo relacionado con la danza.
Emilia descubrió que aunque no pudiera ir físicamente a la escuela o al salón de baile, siempre podía mantener viva su pasión por aprender y moverse al ritmo de la música. Finalmente, llegó el día en que los doctores dieron luz verde para que Emilia regresara a casa.
Aunque todavía tenía algunos recuerdos borrosos debido al accidente, sabía que contaba con el apoyo de su familia, sus amigos y Martina para superar cualquier desafío que se presentara en su camino.
Y así fue como Emilia aprendió una valiosa lección: los sueños pueden ser poderosos motivadores para seguir adelante incluso en los momentos más difíciles. Y aunque haya obstáculos en el camino, siempre habrá personas dispuestas a ayudarnos a alcanzar nuestras metas y mantener viva nuestra alegría interior.
FIN.