El Baile de los Sentidos



Había una vez, en la hermosa playa de Cartagena, una niña muy tierna llamada Antonella. Cada mañana, Antonella se despertaba con una gran sonrisa, lista para compartir aventuras con sus amigas Juana, Julieta, Sofi y Amalia, y su super amigo Miguel.

Un día, mientras jugaban en la orilla, Antonella lanzó una hermosa concha al aire y exclamó:

"¡Miren lo que encontré! ¡Es la concha más linda del mundo!"

"¡Es preciosa!" dijo Sofi, acercándose para admirarla. "¿Qué haremos con ella?"

"¡Deberíamos hacer una competencia de baile!" propuso Miguel, con los ojos llenos de emoción. "Cada uno puede usar la concha de alguna manera especial."

Todos acordaron que sería una gran idea. Así que comenzaron a practicar diferentes estilos de baile en la arena, cada uno más creativo que el anterior. Pasaron horas riendo, saltando y girando. La playa se llenó de risas mientras hacían piruetas y pasitos de baile.

Un día, mientras practicaban, escucharon un ruido extraño. En la distancia, vieron a un grupo de niños que parecía estar en problema. Antonella se acercó y preguntó:

"¿Qué les pasa? ¿Por qué están tan tristes?"

Los niños respondieron:

"Estamos intentando hacer un baile para el festival de la playa, pero nadie nos ayuda y no sabemos cómo hacerlo."

Antonella, conmovida, miró a sus amigas y a Miguel y dijo:

"¡No se preocupen! Nosotros podemos ayudarles a preparar su baile. ¡Así todos nos divertimos juntos!"

Los otros niños se iluminaron al escuchar esto. Todos se pusieron a trabajar juntos, mezclando diferentes pasos de baile y creando una coreografía divertida que incluía movimientos de todos los estilos que habían practicado.

Con el tiempo, más niños se unieron al grupo, y la playa se llenó de risas, música y mucho baile. Mientras ensayaban, Juana tuvo una idea brillante:

"¿Por qué no hacemos un gran show al final y cada grupo tiene su momento para bailar?"

"¡Sí! Una fiesta de baile en la playa. Así podremos compartir lo que aprendimos con todos!" sugerió Julieta.

Y así fue como, con la ayuda de Antonella y sus amigas, el talento de todos los niños brilló en la playa. Cada uno se mostró seguro de sus habilidades y disfrutó al máximo del proceso.

El día del festival llegó, y la playa estaba llena de familias que venían a ver el espectáculo.

"¡Estoy tan nerviosa!" murmuró Sofi, mientras se arreglaba el cabello.

"No te preocupes, ¡vamos a hacerlo genial!" la animó Miguel.

Cuando llegó su turno, los nervios se convirtieron en pura energía. Con una mezcla de risas y pasos del baile creativo, los niños presentaron una actuación inolvidable. La playa se llenó de aplausos y vítores cuando terminaron.

Al final del día, Antonella miró a sus amigas y sonrió:

"Nunca pensé que ayudar a otros podría ser tan divertido. ¡Gracias a todos por ser parte de esto!"

"¡Sí! La diversión siempre es mejor cuando la compartimos!" exclamó Amalia.

"Y aprender juntos es lo más hermoso de todo!" agregó Julieta.

Así, Antonella y sus amigos aprendieron que ayudarse mutuamente y compartir la alegría es lo que realmente hace brillar a cada uno. Desde entonces, cada vez que tenían un rato libre, bailaban en la playa, siempre recordando cómo juntos hicieron un festival inolvidable. Y así, la risa y la amistad florecieron en la mágica playa de Cartagena, donde cada día era una oportunidad para aprender, reír y celebrar juntos.

FIN.

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