El baile de los vegetales


Había una vez una niña llamada Zafiro, a quien no le gustaban los vegetales.

Su mamá intentaba de todas las formas posibles hacer que comiera zanahorias, tomates, pepinos, lechuga y cebolla, pero Zafiro siempre hacía muecas y rechazaba la comida. Un día, mientras su mamá preparaba la cena, tuvo una idea brillante. Decidió hacer bailar a los vegetales para ver si así lograba captar la atención de Zafiro y convencerla de comerlos.

La madre colocó un plato lleno de vegetales en el centro de la mesa y comenzó a moverlos al ritmo de una música divertida.

Las zanahorias saltaban como conejitos traviesos, los tomates giraban en círculos como pequeños acróbatas, los pepinos se contorsionaban como serpientes juguetonas, las hojas de lechuga danzaban al viento y la cebolla daba vueltas como si estuviera bailando tango. Zafiro entró a la cocina curiosa por el ruido que escuchaba.

Al ver aquel espectáculo tan divertido frente a ella, sus ojos se iluminaron con asombro y emoción. "¡Mamá! ¿Qué están haciendo los vegetales?"- preguntó Zafiro con entusiasmo. Su mamá sonrió y respondió: "¡Están bailando para ti! Quieren mostrarte lo divertidos que pueden ser".

Zafiro se acercó cautelosamente al plato y observó cómo los vegetales seguían moviéndose al ritmo de la música. La risa comenzó a brotar de sus labios y, sin darse cuenta, empezó a moverse al ritmo de la música junto a ellos.

"¡Mamá, esto es genial! ¡Me encanta ver cómo bailan los vegetales!"- exclamó Zafiro emocionada. Su mamá aprovechó ese momento para enseñarle sobre los beneficios de comer vegetales.

Le explicó que cada uno de ellos le daría energía y fuerza para crecer sana y fuerte como una superheroína. Zafiro asintió con entusiasmo mientras seguía disfrutando del espectáculo. Poco a poco, su madre fue animándola a probar un bocado de cada vegetal que bailaba en el plato.

Al principio, Zafiro dudaba un poco, pero al ver lo felices que se veían los vegetales mientras ella los comía, decidió darles una oportunidad. Y para su sorpresa, descubrió que no solo eran divertidos sino también deliciosos.

Desde ese día en adelante, Zafiro se convirtió en la defensora número uno de los vegetales. Les contaba a todos sus amigos sobre el increíble espectáculo que había presenciado y cómo podían disfrutarlos tanto como ella.

La mamá de Zafiro estaba orgullosa de haber encontrado una forma creativa y divertida para ayudar a su hija a comer vegetales. A partir de entonces, cocinaban juntas nuevas recetas llenas de coloridos y sabrosos vegetales bailarines.

Y así fue como Zafiro aprendió que la comida puede ser divertida si le damos una oportunidad. Aprendió que probar cosas nuevas nos abre a un mundo lleno de sorpresas y que los vegetales son nuestros aliados para crecer sanos y fuertes.

Desde entonces, Zafiro siempre recordaba aquel espectáculo de baile de los vegetales y nunca más volvió a decir "no me gustan los vegetales".

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