El baile de Martín y Carolina


Había una vez un niño llamado Martín que estaba enamorado de Carolina. Cada vez que la veía, su corazón latía más rápido y se le formaba una sonrisa en el rostro.

Le encantaba todo de ella: su piel suave como el terciopelo, su pelo largo y negro como la noche y sobre todo su risa contagiosa. Martín siempre encontraba una excusa para acercarse a Carolina durante el recreo en la escuela.

Un día, mientras jugaban al fútbol con sus amigos, Martín decidió tomar coraje y hablarle. "Carolina, ¿quieres ser mi pareja para el baile de fin de año?"- le preguntó tímidamente. Carolina sonrió ampliamente y asintió con entusiasmo. "¡Claro que sí, Martín! Será divertido"- respondió ella.

Martín estaba tan emocionado que no podía dejar de pensar en el baile. Pasaron los días y las semanas rápidamente hasta que llegó por fin el día del gran evento.

Martín se puso su mejor traje y fue a buscar a Carolina a su casa. Cuando llegó, quedó sorprendido al verla vestida como una princesa. Su vestido era de color azul celeste con brillantes adornos plateados. Martín sintió mariposas en el estómago al verla tan hermosa.

"¡Estás preciosa!"- exclamó él sin poder apartar la mirada de ella. Carolina se ruborizó pero también le dedicó una sonrisa. "Gracias, tú también te ves muy elegante"- respondió amablemente. El baile comenzó y ambos disfrutaron cada momento juntos.

Bailaron, rieron y se divirtieron como nunca antes. Martín estaba encantado con Carolina y no podía dejar de mirar su boca mientras ella reía. De repente, un chico llamado Lucas se acercó a Carolina y le pidió bailar.

"¿Me das el placer de este baile?"- dijo él con una sonrisa arrogante. Carolina miró a Martín, quien sintió un nudo en la garganta.

Pero en lugar de aceptar, ella respondió amablemente:"Gracias por la invitación, pero ya tengo pareja para el baile". Lucas pareció molesto pero se alejó sin decir nada más. Martín sintió un alivio enorme y una gran felicidad al saber que Carolina había elegido quedarse con él. El resto de la noche fue mágica.

Bailaron hasta cansarse y compartieron risas inolvidables.

Al final del baile, Martín tomó la mano de Carolina y le dijo:"Carolina, quiero que sepas que me gusta mucho todo de ti: tu piel suave como el terciopelo, tu pelo largo y negro como la noche... pero sobre todo tu risa. Me hace sentir feliz". Carolina sonrió dulcemente. "Martín, también me gustas mucho a mí.

Tu valentía para invitarme al baile y hacerme reír es lo que más admiro de ti". Desde ese día, Martín y Carolina se convirtieron en inseparables amigos. Compartían momentos divertidos juntos e inspiraban a otros niños a ser valientes y expresar sus sentimientos.

Y así termina nuestra historia infantil inspiradora y educacional sobre el poder de la amistad verdadera y la importancia de ser valientes para expresar nuestros sentimientos.

Recuerda que siempre debemos ser nosotros mismos y valorar lo que nos gusta de los demás, sin olvidar nunca el poder de una sonrisa contagiosa.

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