El baile de Sofía y Tomás


En una hermosa tarde de verano, se celebraba una fiesta en el jardín de la casa de Sofía. Había globos de colores, luces brillantes y una mesa llena de deliciosos zumos naturales.

Todos los niños estaban emocionados y listos para divertirse. Sofía era una niña muy alegre que le encantaba organizar fiestas y pasar tiempo con sus amigos. Estaba feliz viendo a todos disfrutar de la música y los juegos.

Entre los invitados estaba Tomás, un niño tímido al que le costaba mucho relacionarse con los demás. Se mantenía alejado del grupo, observando desde lejos cómo los demás se divertían. "¡Tomás, ven a bailar con nosotros!", exclamó Sofía animándolo.

Tomás dudó por un momento, pero finalmente decidió unirse al baile. Al principio estaba nervioso y torpe, pero poco a poco fue soltándose y dejándose llevar por la música. Los demás niños lo alentaron y aplaudieron su valentía.

Tomás se sintió feliz de ser aceptado por sus compañeros y empezó a disfrutar realmente del momento. De repente, mientras todos bailaban felices, un viento fuerte comenzó a soplar y amenazaba con arruinar la fiesta.

Los globos salieron volando, las luces se apagaron y la música se detuvo. La tristeza invadió el ambiente. Pero Sofía no se dio por vencida. Con ingenio, decidió improvisar una competencia: debían formar equipos para recuperar los globos perdidos antes de que cayera el sol.

Los niños se dividieron en grupos y comenzaron la búsqueda de los globos por todo el jardín. Fue una carrera contrarreloj llena de risas y emoción. "¡Aquí hay uno!", gritó Tomás emocionado al encontrar un globo escondido detrás de un árbol.

Finalmente, lograron recuperar todos los globos a tiempo gracias al trabajo en equipo.

El sol comenzaba a ponerse en el horizonte cuando decidieron terminar la jornada con un brindis especial: levantaron sus vasos llenos de zumo fresco y chocaron entre ellos en señal de amistad y gratitud por haber vivido momentos inolvidables juntos. La fiesta había sido todo un éxito gracias a la valentía de Tomás, la creatividad de Sofía y la colaboración entre todos los niños presentes.

Y así, entre risas y abrazos, terminó aquel día mágico que siempre recordarían con cariño.

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