El Baile de Tom y el Poder de la Amistad
Era una soleada mañana en el pequeño pueblo de Buenos Aires, donde todos los niños del barrio estaban ansiosos por participar en el concurso de baile que se llevaría a cabo esa tarde. Entre ellos estaba Tom, un niño muy tímido que siempre había disfrutado de bailar, pero que nunca había tenido el valor de mostrar su talento al mundo.
Tom miró por la ventana mientras sus amigos practicaban y se reían juntos en la plaza. Su amigo de toda la vida, Lucas, entró en su casa con una gran sonrisa.
"¡Tom! ¿Vas a participar en el concurso de baile?" - preguntó Lucas con entusiasmo.
"No sé, Lucas. Me da miedo hacer el ridículo. ¿Y si a nadie le gusta cómo bailo?" - respondió Tom, bajando la mirada.
"Pero, Tom, ¡bailar es divertido! Y lo más importante es que lo disfrutes. Además, estaré ahí para apoyarte" - insistió Lucas, mirando a su amigo con ánimo.
Tom se sintió un poco mejor, pero aún tenía dudas. De repente, su abuela, que siempre tenía un consejo sabio, entró en la habitación.
"Tom, querido, ¿qué te preocupa?" - preguntó la abuela con cariño.
"Quiero bailar, pero me da miedo que no a nadie le guste. ¿Y si me equivoqué?" - explicó Tom, aún inseguro.
La abuela sonrió y le dijo: "Te diré un secreto: a veces, lo que más importa no es ganar, sino ser valiente y disfrutar de lo que haces. Además, siempre puedes contar con tus amigos para ayudarte."
Tom reflexionó sobre esas palabras y, decidido a no dejar que el miedo lo detuviese, decidió inscribirse en el concurso. Practicó con Lucas todos los días después de la escuela. Juntos, inventaron una coreografía divertida que combinaba estilos de baile que les gustaban. Con cada ensayo, Tom se sentía más seguro y feliz.
El día del concurso llegó, y el parque destellaba con banderas y un escenario adornado. Los padres y amigos estaban allí, aplaudiendo y animando. Tom se sintió un puñado de mariposas en su estómago mientras esperaba su turno.
Mientras los otros niños bailaban, Tom notó que algunos de ellos también parecían nerviosos, y comprendió que no estaba solo. Cuando llegó el momento de su presentación, Lucas le dio una fuerte palmadita en la espalda y le susurró:
"¡Vos podés, Tom! Recuerda, ¡a disfrutar!"
Tom respiró hondo y salió al escenario. Al principio, sus piernas temblaban, pero cuando escuchó la música y vio a Lucas sonriéndole, algo mágico sucedió. Se dejó llevar por el ritmo y comenzó a bailar. Movió los brazos y las piernas, su corazón latía fuerte, pero estaba feliz.
El público comenzó a aplaudir y a animar. Al ver a la gente disfrutando, Tom se dio cuenta de que no estaba compitiendo, sino compartiendo su alegría. La energía del momento lo envolvió y se olvidó de los nervios.
Al final de su baile, el auditorio estalló en aplausos. Tom sonrió radiante, sabiendo que había enfrentado su miedo y disfrutado cada segundo del baile. **No ganó el primer premio**, pero con el apoyo de sus amigos y su abuela, descubrió que era un verdadero ganador.
Cuando bajó del escenario, Lucas corrió hacia él y lo abrazó.
"¡Lo hiciste increíble, Tom! Estoy tan orgulloso de vos."
"Gracias, Lucas. Nunca me hubiera animado sin tu apoyo. ¡Bailar es muy divertido!" - exclamó Tom, su voz llena de felicidad.
Desde ese día, Tom no solo aprendió a bailar, sino que también descubrió la fuerza de la amistad y el valor de enfrentar sus miedos. Y así, en el pequeño pueblo de Buenos Aires, Tom siguió bailando, no solo por él, sino también para inspirar a otros a ser valientes y disfrutar de la vida.
FIN.