El baile del arcoíris
Había una vez una niña muy bonita llamada Lucía que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y flores. Lucía era conocida por su hermosa sonrisa y sus rizos dorados que brillaban al sol. Cada mañana, se vestía con su vestido rosa y salía al jardín a bailar. Con cada giro, sus rizos danzaban con ella, como si fueran parte de la música que llenaba el aire.
Un día, mientras bailaba, notó que la abuela de su amiga Sofía la miraba desde la ventana vecina.
"¡Hola, abuela! ¿Te gustaría venir a bailar conmigo?" - preguntó Lucía con entusiasmo.
"Querida, ya no puedo bailar como antes, pero me encantaría verte hacerlo. Tienes un don especial, niña." - respondió la abuela, sonriendo.[jpg]
Lucía decidió que quería compartir su amor por el baile con los demás. Así que, organizó un pequeño espectáculo en el parque del pueblo. Invitó a todos sus amigos y a sus familias. El día del evento, el parque estaba lleno de risas, flores y buenas energías. Todos estaban emocionados por ver a Lucía bailar.
"¡Lucía! ¿Nos vas a enseñar a bailar también?" - preguntó Sofía.
"¡Claro! La danza es para todos, ¡la música nos une!" - respondió Lucía con alegría.
Cuando comenzó su presentación, Lucía bailó con tanto amor y alegría que todos quedaron encantados. Sus movimientos eran suaves y llenos de vida. Los aplausos resonaban en el aire, y la gente sonreía.
"Eres increíble, Lucía!" - gritó un niño del público.
"Sí, ¡enséñanos los pasos!" - gritaron otros.
Después de su baile, Lucía sonrió, se tomó un respiro y dijo,
"Ahora es el momento de que todos podamos bailar juntos. Vengan, ¡hagan lo que yo haga!" - exclamó.
Y así, el parque se llenó de niños y adultos tratando de imitar los movimientos de Lucía. Aunque algunos tropezaban, todos se reían y se divertían. Lucía no solo les enseñó a bailar, sino que también les mostró que lo más importante es disfrutar y divertirse.
Pero, de repente, una nube oscura cubrió el sol y comenzó a llover. Todos miraron a Lucía con preocupación.
"¡Oh, no! ¿Qué hacemos ahora?" - preguntó Sofía, algo asustada.
"No dejemos que la lluvia nos detenga. ¡Bailaremos bajo la lluvia!" - dijo Lucía, riendo.
Al principio, algunos estaban desconcertados, pero luego siguieron a Lucía. A todos les encantó bailar bajo la lluvia. La música caía del cielo y la risa de los niños resonaba con el sonido del agua.
Su entusiasmo contagió a los adultos, que también se animaron a unirse al baile. En un instante, el parque se convirtió en un mar de colores, risas y felicidad. La lluvia ya no era un obstáculo, sino una celebración.
Cuando el sol comenzó a brillar de nuevo, el parque estaba lleno de charcos y sonrisas. La abuela de Sofía se acercó y le dijo a Lucía:
"Has traído alegría a este día. ¡Gracias por compartir tu magia!" - dijo con ojos brillantes.
"¡Gracias a todos! La música y el baile nos hacen libres, no importa el lugar ni el clima." - respondió Lucía emocionada.
Desde ese día, la niña de vestido rosa se convirtió en la maestra de baile del pueblo. Todos los fines de semana se reunían en el parque para bailar, sin importar si hacía sol o llovía. Lucía aprendió que enseñar a los demás era aún más gratificante que bailar sola, y cada paso que daba ayudaba a los otros a volar.
Y así, la niña que amaba bailar siguió brillando, llenando de luz y alegría el corazón de todos a su alrededor, porque había comprendido que no se trata de ser perfecto, sino de disfrutar el camino juntos.
FIN.