El Baile del Corazón
Era un día radiante en el pequeño pueblo de San Llorenzo, donde todos se preparaban para la gran Fiesta de la Primavera. Los estudiantes del colegio San José estaban entusiasmados con el próximo evento: un concurso de bailes folclóricos. Entre ellos estaban Ryan y Fernanda, dos chicos que se habían gustado desde que se conocieron en primer grado, pero nunca se habían atrevido a decirlo.
Ryan, un chico risueño y un poco tímido, siempre había admirado a Fernanda desde la distancia. Su cabello rizado y su sonrisa dulce lo hacían sentir mariposas en el estómago. Fernanda, por su parte, era extrovertida y llena de energía, pero había mantenido su cariño por Ryan guardado dentro de su corazón, temerosa de que si lo decía, pudiera arruinar su amistad.
Mientras todos se preparaban para el baile, Ryan se acercó a sus amigos. "Estoy tan nervioso, ¿y si no me eligen para el concurso?"- exclamó Ryan.
Un amigo le respondió: "No te preocupes, Ryan, solo diviértete. Además, este es un baile sobre el tema de la amistad. Quizás sea tu oportunidad para acercarte a Fernanda".
Ryan miró hacia donde estaba Fernanda y su corazón latía aún más rápido. Ella reía con sus amigas, pero Ryan sabía que la única forma de participar era siendo valiente.
En el ensayo del baile, todos estaban emocionados, pero Ryan no podía dejar de mirar a Fernanda. En un momento decisivo, Ryan se armó de valor y se acercó a ella. "Hola, Fernanda. Yo... quería preguntarte si bailarías conmigo en la fiesta"- dijo con nerviosismo.
Fernanda se sorprendió y sintió una chispa de felicidad. "¡Claro, Ryan! Sería genial. Nunca pensé que me lo pedirías"- contestó sonriendo.
Los días pasaron volando y, a medida que se acercaba la fiesta, ambos practicaban con entusiasmo su baile de marinera. Se estaban conociendo mejor y, en cada ensayo, se sentían más cómodos. Aprendían a coordinar sus pasos y a confiar el uno en el otro, fortaleciendo de a poco su amistad.
El día del concurso llegó. La escuela estaba decorada con flores coloridas, y el ambiente era de pura alegría. "Recuerda, solo diviértete"- le dijo Fernanda a Ryan, intentando calmar sus nervios.
"Sí, es solo un baile, pero, mmm... quiero que salga bien"- respondió Ryan, sonrojándose.
Por fin llegó su turno. Los dos subieron al escenario, tomados de la mano, y comenzaron a bailar. Al principio, todo se sintió un poco raro, pero mientras bailaban, se olvidaron de los demás y se concentraron el uno en el otro. Con cada giro y cada movimiento, se notaba la conexión especial que compartían.
La música se llevó sus preocupaciones, y el público los animó con aplausos y vivas. Cuando terminaron su actuación, el lugar estalló en aplausos. Ryan y Fernanda respiraron aliviados y alegres, contentos de haberlo hecho juntos.
"¡Lo hicimos, Ryan!"- gritó Fernanda con una gran sonrisa.
"Sí, ¡fue increíble! Nunca creí que pudiera sentir esto bailando"- respondió Ryan, aún impresionado.
Al final, ganaron el primer lugar del concurso. Pero más allá del reconocimiento, ambos habían ganado algo más valioso: la valentía de expresar sus sentimientos. Con el paso del tiempo, su amistad se transformó en un hermoso amor, que creció con cada baile, con cada risa y con cada conversación.
Y así, la historia de Ryan y Fernanda nos enseña que a veces, solo se necesita un baile para acercarnos a las personas que nos importan. La amistad y el amor pueden florecer en los lugares más inesperados si solo nos atrevemos a ser nosotros mismos y a dar el primer paso.
FIN.