El Baile En El Corazón
En un pequeño barrio de Buenos Aires, vivía un niño llamado Mateo. Mateo tenía ocho años y se movía en silla de ruedas, pero eso no lo detenía a la hora de bailar. Desde que tenía memoria, el ritmo y la música lo hacían sentir libre como un pájaro en el cielo.
Cierta tarde de primavera, Mateo decidió organizar un concurso de baile en el parque del barrio, invitando a todos sus amigos. Con su mejor sonrisa, se acercó a su mamá y le dijo:
"Mamá, quiero hacer un concurso de baile. ¡Voy a ser el jurado y quiero que todos bailen!"
Su mamá, con un brillo en los ojos, le respondió:
"¡Me encanta la idea, Mateo! Pero recuerda que tendrás que pedirles permiso a tus amigos."
Mateo, lleno de energía, salió en busca de sus amigos: Lucía, Tomás y Nicolás.
"¡Chicos! ¡Quiero organizar un concurso de baile! ¡Va a ser increíble!"
Lucía, que era una gran bailarina, se emocionó:
"¡Yo quiero participar! ¡Siempre quise mostrar mis pasos!"
Tomás, que era un poco tímido, dudó:
"No sé si soy tan bueno..."
Mateo lo animó:
"No importa, lo importante es divertirnos. ¡Vamos a hacerlo juntos!"
Los amigos se pusieron a preparar el evento. Hicieron carteles, buscaron música y decidieron que el concurso se llevaría a cabo el sábado de la semana siguiente.
Días después, todos estaban listos. El parque estaba decorado con globos y una gran pancarta que decía: "¡Concurso de Baile!". La música sonaba alegremente y los vecinos se reunieron para ver el evento. Mateo se acomodó en el centro de la pista, con una gran sonrisa que iluminaba su rostro.
"Bienvenidos al primer concurso de baile del barrio. ¡Estoy muy emocionado!" dijo Mateo y todos aplaudieron.
Cada uno de sus amigos presentó su baile, mientras Mateo los animaba desde su silla. Cuando llegó su turno, Mateo decidió hacer algo diferente. Con la ayuda de su mamá, había preparado una coreografía de baile en la que incluía su silla de ruedas.
"Voy a mostrarles que se puede bailar de cualquier forma, desde el corazón", explicó Mateo antes de empezar.
La música comenzó a sonar, y Mateo movía su silla al ritmo de la melodía. Todos los presentes se quedaron boquiabiertos. Con movimientos fluidos y llenos de alegría, Mateo logró transmitir su amor por el baile.
Al terminar, las palmas resonaron en el parque.
"Eres increíble, Mateo. Nunca había visto bailar a alguien con tanta pasión", dijo Tomás, con los ojos brillantes.
Después del concurso, algunos vecinos se acercaron a Mateo.
"Mateo, amé tu actuación. Me inspiraste a bailar también."
Pero había un giro inesperado. Una gran productora de televisión estaba presente y quedó maravillada con el talento de Mateo. Se le acercó y le preguntó:
"¿Te gustaría participar en un programa de talentos? Puedo ayudarte a mostrarle al mundo que el baile no tiene límites."
Mateo, sorprendido, miró a sus amigos y luego a su mamá.
"¡Sí! ¡Me encantaría!"
En los días siguientes, Mateo se preparó con dedicación para el programa. Practicó nuevas coreografías que incluían movimientos que nunca imaginó que podría realizar con su silla. Su determinación y amor por el baile se convirtieron en un verdadero ejemplo para todos.
El día del estreno, la emoción era palpable. Al llegar al estudio, Mateo sintió que todo su esfuerzo había valido la pena. Cuando finalmente llegó su turno de bailar, el nerviosismo se transformó en pura alegría y emoción.
"Voy a dar lo mejor de mí", pensó antes de salir al escenario.
La música comenzó, y Mateo brilló como nunca. Su actuación dejó a todos boquiabiertos, y el público aplaudió con fuerza. Era un momento mágico donde cada movimiento transmitía alegría y esperanza. Al finalizar, el jurado se puso de pie y lo aclamó.
"Tu historia, tu energía y tu pasión son un regalo para todos nosotros. ¡Eres un verdadero bailarín!" dijo una de las juezas.
Con el tiempo, Mateo no solo se volvió una estrella en la televisión, sino que también inspiró a muchos niños y adultos a disfrutar de la danza, sin importar las limitaciones.
Desde entonces, el concurso de baile que Mateo había comenzado en su barrio se convirtió en un evento anual que todos esperaban con ansias, promoviendo la inclusión y la diversión para todos.
Y así, con su silla de ruedas y su amor por el baile, Mateo mostró que todos, sin importar su situación, pueden moverse y brillar.
FIN.