El baile que cambió sus vidas


Había una vez en la Escuela de Danza del Sol, en República Dominicana, donde el profesor Martín enseñaba con pasión la hermosa danza popular de su país.

En una soleada mañana, los alumnos se reunieron en el salón para comenzar la clase. - Buenos días, queridos alumnos. Hoy nos adentraremos en el maravilloso mundo de la danza popular dominicana - anunció el profesor Martín con entusiasmo.

Pero para sorpresa de todos, tres estudiantes traviesos llamados Juan, Sofía y Mateo no paraban de hablar y reírse entre ellos, impidiendo que la clase avanzara como era debido. - Chicos, por favor, necesitamos prestar atención y respeto durante la clase - les pidió el profesor Martín con amabilidad.

Sin embargo, los tres amigos seguían comportándose mal, sin mostrar interés en aprender. El profesor Martín decidió tomar cartas en el asunto antes de que fuera demasiado tarde.

- Miren chicos, si no se concentran y participan adecuadamente en esta clase tan importante sobre nuestra cultura y tradiciones, lamentablemente tendrán que repetir el curso - advirtió seriamente el profesor Martín. Juan, Sofía y Mateo se miraron preocupados.

No querían tener que repetir la materia; sabían lo divertido que podía ser aprender a bailar las danzas típicas dominicanas. Decidieron entonces cambiar su actitud y darle una oportunidad a la clase. El profesor Martín notó el cambio inmediatamente y sonrió satisfecho.

Comenzaron a practicar los movimientos básicos del merengue y la bachata, dos estilos emblemáticos de República Dominicana. Con cada paso que daban, los estudiantes sentían cómo la música los envolvía y los transportaba a otro lugar lleno de alegría y ritmo.

Al final de la clase, Juan, Sofía y Mateo estaban radiantes. Habían descubierto un nuevo amor por su cultura a través de la danza popular dominicana.

Se acercaron al profesor Martín para agradecerle por no rendirse ante su comportamiento desafiante y guiarlos hacia un camino de aprendizaje significativo. - ¡Gracias profe! Prometemos esforzarnos más y disfrutar cada momento en esta maravillosa clase - expresaron los tres amigos emocionados.

El profesor Martín les dedicó una cálida sonrisa antes de despedirse:- Nunca subestimen el poder transformador del arte y la disciplina. La danza es mucho más que movimientos; es conexión con nuestras raíces e identidad como pueblo dominicano.

¡Sigan bailando con pasión! Y así terminó aquel día inolvidable en la Escuela de Danza del Sol, donde tres estudiantes aprendieron una valiosa lección: nunca es tarde para abrirse al conocimiento y dejar que el arte guíe sus corazones hacia un futuro brillante lleno de armonía y respeto por su cultura.

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