El baile que lleva a la felicidad


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Alegre, una niña llamada Constanza. Constanza tenía tres años y lo que más le gustaba en el mundo era bailar.

Desde que aprendió a caminar, no paraba de moverse al ritmo de la música, ya sea en la casa, en el jardín o incluso en la calle. Un día, mientras paseaba por el parque con su mamá, Constanza escuchó una melodía a lo lejos.

Sin dudarlo un segundo, se soltó de la mano de su mamá y corrió hacia donde provenía la música. Era un grupo de músicos callejeros tocando una canción alegre y pegajosa.

Constanza empezó a menear sus bracitos y sus piernitas al compás de la música, dejando sorprendidos a todos los presentes. - ¡Mira cómo baila esa nena! -exclamó una señora mayor. - ¡Es increíble! Tiene tanto ritmo -dijo un joven que pasaba por ahí. Constanza estaba feliz como nunca antes.

Bailar le llenaba el corazón de alegría y energía positiva. La música fluía a través de ella y se movía con tanta gracia y soltura que parecía una verdadera bailarina profesional.

De repente, se acercó a Constanza un hombre mayor con bigotes blancos y sombrero negro. Era Don Manuel, el dueño del circo ambulante que visitaba Villa Alegre esa semana. - ¡Hola pequeña bailarina! -saludó Don Manuel con una sonrisa-.

¿Te gustaría venir al circo esta noche y mostrar tus movimientos ante todo el público? Constanza abrió grandes los ojos llenos de emoción. Nunca había ido a un circo antes pero siempre había soñado con ser parte de uno.

Esa noche, bajo las luces del circo y frente a cientos de personas expectantes, Constanza subió al escenario temblorosa pero decidida. La música comenzó a sonar y ella empezó a bailar como nunca lo había hecho antes.

Movimientos delicados, saltos gráciles y giros perfectos inundaron el escenario mientras el público estallaba en aplausos y vítores. Al finalizar su presentación, Constanza recibió una ovación tan grande que sintió como si su corazón fuese a salirse del pecho por la emoción.

Se dio cuenta entonces de algo muy importante: cuando haces lo que amas con todo tu corazón, eres capaz de lograr cosas maravillosas.

Desde ese día en adelante, Constanza siguió bailando en todos lados pero ahora también compartía su pasión con otros niños del pueblo enseñándoles coreografías divertidas e invitándolos a expresarse libremente a través del baile. Y así fue como Constanza descubrió que no importa cuál sea tu edad o dónde te encuentres; siempre puedes encontrar felicidad haciendo aquello que amas con todo tu ser.

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