El baile que soñé


Había una vez un niño llamado Lucas, quien desde muy pequeño había descubierto su pasión por el baile. Cada vez que escuchaba música, sus pies se movían solos y su cuerpo seguía el ritmo con naturalidad.

Lucas soñaba con ser un bailarín famoso y recorrer el mundo mostrando su talento. Un día, mientras practicaba en la plaza del barrio, una pareja de turistas lo vio bailar y quedó impresionada. "¡Qué talento tienes!", le dijeron.

"Nos encantaría verte bailar en otros lugares". Lucas sonrió emocionado ante esa idea. Desde ese momento, Lucas decidió que quería viajar por todo el mundo para mostrar su arte a diferentes culturas y aprender de ellas.

Pero sabía que no sería fácil: necesitaba dinero para comprar los pasajes de avión y alojarse en cada lugar.

Lucas decidió entonces hacer algo diferente: organizó una función de baile en la plaza del barrio e invitó a todas las personas del vecindario a participar. Con ayuda de sus amigos, prepararon coreografías espectaculares que dejaron boquiabiertos a todos los presentes.

Al finalizar la función, Lucas subió al escenario para dar un discurso: "Quiero agradecerles por venir hoy y apoyarme en mi sueño de viajar por el mundo como bailarín. Gracias a esta función hemos recaudado suficiente dinero para comprar mi primer pasaje". Los aplausos no se hicieron esperar y la gente comenzó a felicitarlo efusivamente.

A partir de ese momento, Lucas comenzó su aventura como bailarín viajero. En cada lugar que visitaba, Lucas se presentaba en plazas y teatros, siempre con la misma pasión y entrega.

Conoció personas de diferentes culturas, aprendió nuevos ritmos y estilos de baile, e incluso enseñó a niños de escuelas locales cómo moverse al ritmo de la música. Pero no todo fue fácil en su camino: hubo momentos en los que se sintió solo y extrañó a su familia y amigos del barrio.

También hubo ocasiones en las que no tenía suficiente dinero para comprar comida o alojamiento.

Sin embargo, cada vez que se sentía desanimado recordaba el motivo por el cual había comenzado este viaje: quería compartir su arte con el mundo y conocer nuevas culturas. Eso lo impulsaba a seguir adelante. Un día, mientras bailaba en una plaza de Europa, un famoso director artístico lo vio actuar y quedó cautivado por su talento. "Eres increíble", le dijo.

"Te quiero contratar para mi compañía de danza". Lucas estaba emocionado: ese era uno de sus sueños más grandes. Aceptó la oferta sin dudarlo y comenzó a trabajar duro junto a otros bailarines profesionales.

Después de varios años como parte de esa compañía, Lucas decidió volver a casa para visitar a su familia y amigos del barrio. Al llegar allí, organizó una función especial para mostrarles todo lo que había aprendido durante sus viajes.

La plaza del barrio estaba llena hasta el tope esa noche: todos querían ver al niño bailarín que había recorrido el mundo mostrando su arte.

Cuando Lucas subió al escenario una vez más, no pudo evitar emocionarse al ver a todas las personas que lo habían apoyado desde el principio. "Gracias por creer en mí", les dijo. "Sin su ayuda y apoyo, nunca hubiera podido cumplir mi sueño de viajar por el mundo como bailarín".

La función fue un éxito rotundo y Lucas se sintió pleno y feliz al ver cómo todos disfrutaban de su arte. Esa noche, mientras descansaba en su cama, cerró los ojos y sonrió: había logrado todo lo que se había propuesto gracias a su pasión y perseverancia.

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