El balde de pintura mágica
Había una vez un balde de pintura rojo, un balde de pintura amarillo y un balde de pintura azul. Los tres vivían en la estantería de una pequeña tienda de arte.
Cada uno de ellos era especial, pero juntos eran increíbles. Un día, un niño llamado Mateo entró en la tienda con su mamá. Mateo tenía curiosidad por todo lo que veía a su alrededor, y cuando vio a los tres baldes de pintura, su carita se iluminó de alegría.
"¡Mamá, mira esos baldes tan lindos!" exclamó Mateo. La mamá de Mateo sonrió y se acercó a los baldes. "¿Qué tal si los llevamos a casa y creamos algo maravilloso juntos?" sugirió la mamá.
Los tres baldes de pintura estaban emocionados por la idea de salir de la tienda y vivir aventuras con Mateo. En casa, Mateo y su mamá colocaron papeles en el suelo y sacaron pinceles y hojas blancas.
Mateo tomó el pincel rojo y empezó a pintar círculos en una hoja. Luego, con el pincel amarillo, hizo líneas y formas, y finalmente, con el pincel azul, creó puntos y remolinos.
Lo que Mateo no sabía era que al mezclar los colores rojo, amarillo y azul, podía obtener otros colores increíbles. Al juntar el rojo y el amarillo, obtuvo naranja. Al unir el amarillo y el azul, creó verde. Y al combinar el azul y el rojo, consiguió morado.
Los tres baldes de pintura estaban fascinados y se sentían felices de ser parte de algo tan maravilloso. Mateo y su mamá pasaron horas jugando con los colores, descubriendo nuevas combinaciones y creando obras de arte únicas.
Al final del día, Mateo estaba exhausto pero radiante, y los tres baldes de pintura se sentían realizados y orgullosos de haber compartido su magia con un niño tan encantador.
Desde ese día, Mateo y los tres baldes de pintura se convirtieron en grandes amigos, explorando juntos el maravilloso mundo de los colores y la creatividad.
FIN.