El Ballete de los Santos
Era un hermoso día en la ciudad de Arcoíris, donde los árboles danzaban al ritmo del viento y el sol brillaba en lo alto del cielo. Los niños del barrio estaban ansiosos por asistir al gran evento: el Ballete de los Santos, una performance de danza que celebraba la amistad y la generosidad de todos los habitantes de la ciudad.
La protagonista de nuestra historia era Lila, una niña curiosa y alegre que amaba bailar. Desde que recordó por primera vez la danza de los Santos, no podía esperar para ver a sus amigos, cada uno de ellos disfrazado de su santo favorito.
-Compañeros, hoy hacemos una gran celebración- dijo Lila, mientras se preparaba para salir de casa.
Eran casi las tres de la tarde cuando Lila llegó al parque central, donde una gran carpa colorida ya había sido montada. "¡Esto será increíble!", pensó, mientras se unía a sus amigos: Joaquín, disfrazado de San Francisco con una túnica de miel; Sofía, representando a Santa Clara con una corona de flores; y Tomás, quien se había vestido de San Martín con una capa brillante.
-¿Están listos para el baile? , -gritó Lila emocionada.
-Por supuesto! - contestaron todos al unísono.
Cuando comenzó la música, todos se unieron a la pista de baile y comenzaron a girar y saltar, pero de repente, algo inesperado ocurrió. Un viento fuerte sopló y descolocó la decoración del escenario, arrastrando las banderitas de colores. El público que observaba comenzó a murmurar, pero Lila no perdió la esperanza.
-¡No se preocupen! -dijo Lila, levantando la voz para que todos la escucharan-. Esto es solo un momento. ¡Juntos podemos arreglarlo!
Sus amigos la miraron con determinación. Todos se unieron y comenzaron a recoger la decoración mientras otros ayudaban a sostener el escenario. En poco tiempo, el lugar volvió a brillar con esplendor.
-¡Lo logramos! -exclamó Sofía, sonriendo mientras acomodaba la última banderita.
Con el problema resuelto, la música comenzó nuevamente y todos volvieron al baile. Entonces, Lila tuvo una idea brillante.
-¿Qué tal si en lugar de solo bailar, contamos una historia de amistad a través de la danza? - propuso.
-¡Excelente idea, Lila! -respondió Joaquín entusiasmado.
Así fue como Lila y sus amigos comenzaron a improvisar pasos de baile que representaban diferentes actos de bondad y amigos que se ayudaban. Cada giro y salto contaba una historia, mostrando cómo podían apoyarse entre ellos. Mujer que ayudaba a un anciano, un amigo que compartía su merienda, o una niña que plantaba flores por la ciudad: la pista de baile se convirtió en un hermoso espectáculo lleno de amor y unión.
La gente del público aplaudía mientras el grupo se movía. Ninguno podía dejar de sonreír ante la energía que Lila y sus amigos transmitían. Fue un momento mágico que unió a la comunidad como nunca antes.
Cuando terminaron, una ovación resonó por todo el parque.
-Gracias, chicos, por recordarnos que la verdadera celebración es cuando estamos juntos y apoyándonos unos a otros -les dijo un señor del público, limpiándose una lágrima de felicidad.
Al final del día, Lila y sus amigos comprendieron que no solo habían creado un espectáculo, sino que también habían traído felicidad y unión a su comunidad. Con el corazón lleno de alegría y los ojos brillantes, Lila dijo:
-¡Esto fue increíble! Siempre recordaremos este Ballete de los Santos como un símbolo de amistad.
Desde ese día, todos los años, la gente de Arcoíris celebra el Ballete de los Santos, uniendo a grandes y chicos para recordar lo importante que es ayudar y estar juntos. Y todo gracias a una niña valiente que nunca perdió la sonrisa.
Y así, cada danza se convirtió en un festival que cimentó la unión y amistad de la comunidad, inspirando a todos a seguir formando lazos de generosidad y alegría.
Y colorín colorado, este ballete se ha acabado.
FIN.