El balón cromático
Había una vez un pequeño balón de fútbol llamado Fútbol. Era un balón muy especial, pues tenía la habilidad de cambiar de color cada vez que alguien anotaba un gol con él.
Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, algo extraño sucedió: Fútbol perdió su festejo color chiquito. - ¡Oh no! -exclamó Fútbol-.
¿Qué voy a hacer sin mi festejo color chiquito? Sus amigos trataron de animarlo y le dijeron que no se preocupara tanto por eso, pero para Fútbol era algo muy importante. Él sentía que ya no sería tan especial como antes y temía que nadie quisiera jugar con él. Decidió entonces emprender una búsqueda para encontrar su festejo perdido.
Recorrió todo el parque y preguntó a todos los jugadores si habían visto algo extraño durante el partido anterior, pero nadie parecía haber notado nada fuera de lo común.
Desanimado y cansado, Fútbol decidió descansar bajo la sombra del árbol más grande del parque. Allí se encontró con una mariquita muy sabia llamada Luciérnaga. - Hola pequeño Fútbol -dijo Luciérnaga-. Veo que estás triste.
¿Qué te pasa? Fútbol le contó toda su historia y le mostró cómo había perdido su festejo color chiquito. - No te preocupes tanto por eso -le dijo Luciérnaga-. El verdadero valor está en ti mismo, no en tus adornos externos.
Eres un balón de fútbol muy especial y eso no cambiará aunque pierdas tu festejo. Fútbol se sintió reconfortado por las palabras de Luciérnaga y decidió volver al juego con sus amigos. A pesar de que ya no tenía su festejo color chiquito, Fútbol jugó mejor que nunca antes.
Sus amigos notaron la diferencia y le dijeron lo bien que había jugado. - Gracias -dijo Fútbol-. Ahora sé que mi verdadero valor está en mí mismo y no en mis adornos externos.
Desde entonces, Fútbol dejó de preocuparse tanto por su apariencia externa y se concentró más en jugar bien al fútbol. Y aunque a veces extrañaba su festejo color chiquito, sabía que era un balón muy especial sin importar qué.
FIN.