El Balón Mágico de Tomi
En la ciudad de Villa Canasta, había un niño llamado Tomi. Tomi amaba el baloncesto más que nada en el mundo. Pasaba horas y horas practicando en el parque con su amigo Lucas, soñando que algún día jugaría en la liga profesional. Pero había un pequeño problema: Tomi nunca había podido encestar un solo tiro desde la línea de tres puntos.
Un día, mientras exploraba el desván de su abuelo, Tomi encontró un viejo balón de baloncesto. Era diferente a todos los demás. Tenía una brillante estrella dorada pintada en un lado y, al tocarlo, sintió un cosquilleo en los dedos.
- “¿Qué será este balón? ” - se preguntó Tomi, emocionado.
Decidió llevarlo al parque. Cuando llegó, Lucas lo vio y le preguntó:
- “¡Che, Tomi! ¿De dónde sacaste ese balón? ”
- “Lo encontré en el desván de mi abuelo, ¿no es genial? ” - respondió Tomi con una sonrisa.
Tomi comenzó a driblar y a lanzar el balón. Para su sorpresa, cada vez que lanzaba, el balón parecía tener vida propia. Giraba y giraba en el aire como si estuviera buscando la canasta. ¡Y cada vez que lanzaba desde la línea de tres puntos, encestaba!
- “¡No puedo creerlo! ” - exclamó Lucas, asombrado. - “¿Cómo hiciste eso? ”
- “No sé, el balón es mágico, ¡mira! ” - contestó Tomi mientras lanzaba de nuevo y encestaba otra vez.
Los días pasaban y Tomi se volvía un experto tirador. Pero Tomi pronto se dio cuenta de que no era solo el balón lo que lo hacía encestar; era el esfuerzo y la práctica que había dedicado antes para mejorar.
- “Tomi, creo que deberías participar en el torneo de baloncesto del fin de semana”, sugirió Lucas.
- “No sé, amigo. A veces pienso que solo el balón mágico hace todo el trabajo”, dijo Tomi, dudoso.
- “Pero no es solo el balón. Eres tú quien lanza. Debes creer en ti mismo” - animó Lucas.
Decidido a demostrar su valía, Tomi aceptó participar. Durante el torneo, se sintió nervioso, pero al mirar el balón mágico, recordó todos los entrenamientos que había hecho. En su primer tiro, el balón salió disparado hacia el aro... y falló. Tomi sintió que su corazón se hundía.
- “¡No te desanimes! ” - gritó Lucas desde la línea. - “Recuerda que todos fallan a veces. Levanta la cabeza y sigue intentándolo.”
Con aliento renovado, Tomi volvió a concentrarse. Lanzó, encestó y luego encestó otra vez.
El último tiro, que era una bandeja para ganar el partido, parecía ser el más difícil. Tomi respiró profundamente, levantó la mirada, visualizó la canasta y lanzó. El balón voló por el aire, girando bajo la miríada de ojos del público. Y, en un momento que pareció eterno, el balón entró en el aro, ¡ganando el partido!
- “¡Lo lograste, Tomi! ” - gritó Lucas corriendo hacia él.
- “¡Fue increíble! ” - respondió Tomi con una sonrisa. - “Pero no lo hice solo; necesito agradecer a todos por su apoyo, y sobre todo, por recordarme que a veces debes fallar para aprender a tener éxito.”
Esa tarde, mientras se despedían del torneo, Tomi miró el balón mágico y se dio cuenta de algo importante.
- “Gracias, amigo, por recordarme lo esencial: el trabajo duro y la amistad son más importantes que cualquier magia que pueda tener un balón.” - dijo, abrazando a Lucas.
Y desde ese día, Tomi no solo fue conocido como el chico del balón mágico, sino como el niño que nunca se rindió y siempre siguió sus sueños.
FIN.