El Baño de Pablito


Había una vez un niño llamado Pablito que vivía en una pequeña casa en el campo. Pablito era un niño muy inteligente y curioso, siempre buscando nuevas aventuras y descubrimientos.

Sin embargo, había algo que a Pablito no le gustaba hacer: bañarse. Cada vez que su mamá le decía "Pablito, es hora de bañarte", él ponía una carita triste y decía: "¡No quiero bañarme! El agua me moja mucho y no me gusta sentirme resbaladizo".

Su mamá intentaba convencerlo de todas las maneras posibles, pero nada parecía funcionar. Un día, mientras jugaba en el jardín con sus amigos, Pablito saltó sobre un charco de barro sin darse cuenta.

Sus amigos se rieron mucho al verlo cubierto de lodo de pies a cabeza. "¡Pablito, pareces un cerdito!", se burlaron entre risas. Pablito sintió vergüenza y tristeza al ver cómo todos lo señalaban y se reían de él.

Corrió llorando hacia su casa sin saber qué hacer. Cuando llegó a su habitación, se miró en el espejo y vio la imagen sucia y desaliñada que reflejaba. "Necesito cambiar esto", pensó Pablito decidido.

Esa noche, antes de acostarse, Pablito hizo una lista con todas las cosas negativas que le traía no bañarse: mal olor corporal, piel sucia e irritada, la burla de los demás...

También escribió las cosas positivas que podría disfrutar si se bañaba: sentirse fresco y limpio, tener una piel suave y sana, ser respetado por los demás. Al día siguiente, Pablito decidió dar un giro a su actitud. Se levantó temprano por la mañana y fue directo al baño.

Miró el agua que caía de la ducha con desconfianza, pero recordó todas las razones que había escrito en su lista. "Voy a enfrentar mi miedo", se dijo a sí mismo mientras cerraba los ojos y entraba bajo la ducha.

Poco a poco, Pablito sintió cómo el agua tibia recorría su cuerpo. Al principio le pareció extraño, pero luego comenzó a disfrutar de esa sensación refrescante. Se frotó con jabón y notó cómo su piel se volvía más suave e hidratada.

Cuando salió del baño, Pablito se miró en el espejo y sonrió. ¡Se veía tan bien! Su mamá lo felicitó por haber tomado una decisión valiente y él se sintió orgulloso de sí mismo.

A partir de ese día, Pablito descubrió lo maravilloso que era tomar un baño regularmente. Ya no tenía miedo del agua ni sentía repulsión por estar limpio. Además, sus amigos dejaron de burlarse de él porque ahora lucía radiante y fresco.

Poco a poco, Pablito comprendió que cuidar de uno mismo también era importante para mantener una buena salud física y mental. Aprendió que enfrentar sus miedos le permitiría crecer como persona y superar cualquier obstáculo que se presentara en su camino.

Y así, Pablito se convirtió en un niño feliz y limpio que disfrutaba de cada baño como una nueva aventura.

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