El Baño Especial



En una hermosa casa de Suburbia, vivía un caniche llamado Caniche. Era un perrito juguetón, cariñoso y siempre lleno de energía, pero había un pequeño detalle: ¡no le gustaba bañarse! Cada vez que su dueña, la pequeña Sofía, decía: "¡Es hora del baño, Caniche!", él se escondía detrás del sillón, temblando de emoción y nerviosismo.

Un día soleado, Sofía decidió llevar a Caniche al parque para jugar. Caniche correteaba feliz, saltando entre flores y persiguiendo mariposas.

"¡Mirá cómo corro, Sofía!" - ladró Caniche, moviendo su colita sin parar. Sofía sonreía al verlo tan contento. Pero, al finalizar la tarde, Caniche se dio cuenta de que se había ensuciado mucho y comenzaba a tener un olor peculiar.

"Ay, Caniche, ¿qué vamos a hacer contigo?" - dijo Sofía mientras le acariciaba la cabeza. Él solo la miró con sus tiernos ojos y le ladró un suave —"Guau" .

Esa noche, mientras Caniche se echaba a dormir en su cama suave y cómoda, soñó con aventuras en el parque. Pero en uno de esos sueños, apareció un hermoso pato llamado Patito, que le habló desde un lago.

"¡Hola, Caniche!" - dijo el pato "He oído que no te gusta bañar. Pero te cuento un secreto: ¡es muy divertido! El agua es como una fiesta para los patitos".

Caniche abrió los ojos sorprendido. "¿De verdad?" - preguntó, intrigado. Patito sonrió y continuó: "¡Claro! Después de un buen baño, nos sentimos frescos y listos para jugar de nuevo. Además, tus amigos del parque te disfrutarán más limpio y olorosito".

Esa idea no se iba de su cabeza. Al día siguiente, Sofía se preparó nuevamente para el baño. Caniche, en lugar de esconderse, decidió enfrentarlo. Cuando Sofía le llamó, él salió de su escondite y le ladró con valentía.

"¡Está bien, Sofía! ¡Voy a bañarme!" - exclamó Caniche. Sofía se sorprendió, pero se alegró. Ella llenó la bañera con agua tibia y un poco de jabón especial.

"¿Estás listo, Caniche?" - preguntó Sofía. Con un pequeño movimiento de su cola, Caniche saltó dentro del agua. Al contacto con el agua, sintió que todo su cuerpo se aliviaba y la pompa del jabón hizo que se riera.

"¡Mirá como floto!" - ladró, mientras chapoteaba por todos lados. Sofía reía también, disfrutando cada momento. Caniche se dio cuenta de que estaba compartiendo una experiencia especial con su dueña, y eso lo hacía muy feliz.

Al terminar, Caniche salió de la bañera, cubierto de espuma y alegría, y se miró en el espejo. "¡Qué lindo que estoy!" - dijo sorprendido. Sofía lo abrazó y le dio un montón de besos.

"¡Sos el mejor, Caniche!" - le dijo mientras lo secaba con la toalla.

Desde ese día, Caniche ya no temía el momento del baño. Al contrario, cada vez que Sofía lo llamaba, él corría emocionado "¡Es hora de la fiesta de agua!" - ladraba.

Caniche se volvió el más limpio y feliz caniche del parque. Todos sus amigos lo admiraban, y se convirtió en el favorito de todos. Y al final de cada aventura, Sofía siempre le decía: "¡No hay nada como un buen baño para estar listo para jugar!".

Y así, Caniche aprendió, a través de su valentía y descubrimientos, que a veces, lo que más tememos puede traernos grandes sorpresas.

Un día, mientras jugaba con sus amigos en el parque, vio a Patito en el lago. Se acercó y le ladró.

"¡Patito! No sabía que bañarse podía ser tan divertido!"

"¡Lo sabía! ¡Nos vemos en la próxima fiesta de agua!" - respondió Patito, antes de zambullirse.

Y desde ese día, cada vez que Caniche necesitaba un recordar, solo pensaba en su amigo Patito y en cómo eliminar sus miedos con un poco de diversión.

FIN.

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