El baño sin libro
Había una vez un niño llamado Pablo, quien tenía una costumbre muy peculiar. Cada vez que necesitaba hacer caca, debía leer un libro para poder hacerlo.
Si no lo hacía, se quedaba sentado en el inodoro por horas sin lograr nada. Un día, mientras estaba en la escuela, Pablo sintió esa sensación incómoda que le indicaba que necesitaba ir al baño.
Pero se dio cuenta de que había olvidado su libro favorito en casa y entró en pánico. - ¡No tengo mi libro! - exclamó desesperado. La maestra, preocupada por él, le preguntó qué pasaba. - Necesito mi libro para hacer caca - respondió avergonzado. La maestra entendió la situación y decidió ayudarlo.
Le prestó uno de sus libros favoritos sobre animales y le dijo:- Toma este libro y trata de concentrarte en él para poder hacer lo que necesitas. Pablo aceptó el libro agradecido y corrió al baño.
Se sentó en el inodoro con el libro entre las manos e intentó enfocarse en él. Pero no importaba cuánto lo intentara, simplemente no podía concentrarse lo suficiente como para hacer caca. Frustrado y triste, regresó a su salón de clases sin haber logrado nada.
La maestra notando su tristeza decidió darle unos consejos:- Pablo -dijo la maestra-, es importante que sepas que tu cuerpo tiene un ritmo natural para ir al baño y eso no debería depender siempre de tener un libro contigo.
Además leer es algo maravilloso que debes disfrutar y no asociar a algo incómodo. Pablo pensó en las palabras de su maestra y decidió seguir sus consejos.
Empezó a leer por diversión, sin la necesidad de hacerlo para ir al baño. Descubrió que había muchos libros interesantes sobre aventuras, ciencia ficción y hasta historias reales que lo sorprendieron.
Con el tiempo, Pablo dejó atrás su costumbre peculiar y aprendió a disfrutar de la lectura por sí misma. Ya no necesitaba un libro para hacer caca, sino que simplemente iba cuando su cuerpo se lo pedía naturalmente.
Así fue como Pablo aprendió una valiosa lección: nunca es tarde para cambiar nuestros hábitos y descubrir nuevas cosas en la vida. Y lo más importante: ¡la lectura puede ser divertida!
FIN.