El banquete dorado
Había una vez en un reino lejano, una princesa llamada Florencia. Era una niña muy especial, con su cabello dorado y mechas rosas que resplandecían bajo el sol.
Pero lo más extraordinario de Florencia no eran sus hermosos colores de pelo, sino su amor por las verduras y las frutas. A diferencia de otras princesas que preferían los dulces y la comida chatarra, Florencia disfrutaba comiendo alimentos saludables.
Su plato favorito era una ensalada llena de colores brillantes: zanahorias naranjas como el sol, espinacas verdes como el césped y tomates rojos como corazones llenos de amor. Aunque algunos se burlaban de ella por su peculiar gusto culinario, a Florencia no le importaba en absoluto.
Un día, mientras paseaba por los jardines del castillo, Florencia encontró un árbol muy especial. Sus hojas eran doradas como el tesoro más preciado y sus frutos brillaban con destellos rosados.
La princesa estaba fascinada por aquel árbol mágico y decidió acercarse para examinarlo mejor. Al tocar uno de sus frutos dorados, ocurrió algo sorprendente: ¡el árbol comenzó a hablar!"¡Hola, querida princesa!", dijo el árbol con voz suave pero amigable.
"Me llamo Doroteo y soy el guardián de este jardín encantado". Florencia quedó asombrada ante tal aparición. Nunca antes había conocido a un árbol parlante. "¡Es un honor conocerte, Doroteo!", exclamó la princesa emocionada. "¿Por qué eres tan especial?".
Doroteo sonrió y le explicó a Florencia que aquel árbol era único porque tenía el poder de convertir las verduras y las frutas en oro. "Tú, que amas tanto los colores dorados, tienes una misión muy importante", dijo Doroteo.
"Debes compartir con todos los habitantes del reino la importancia de comer sano". Florencia aceptó gustosamente su misión y decidió organizar un gran banquete en el castillo para mostrarles a todos lo deliciosas que pueden ser las verduras y las frutas.
Invitó a todas las familias del reino y les preparó platos llenos de color: zanahorias ralladas como hilos dorados, brócoli verde como hojas frescas y fresas rojas como corazones felices.
Cuando llegaron los invitados al banquete, se sorprendieron al ver tanta variedad de alimentos saludables. Al principio estaban escépticos, pero cuando probaron aquellos platos llenos de sabor natural, sus rostros se iluminaron de alegría. "¡Esto es maravilloso!", exclamaba uno de los invitados mientras mordía una zanahoria crujiente.
"¡Nunca imaginé que podían ser tan sabrosas!". A partir de ese día, Florencia se convirtió en la princesa más querida por su reino.
Todos aprendieron la importancia de llevar una alimentación equilibrada y comenzaron a disfrutar más de las verduras y las frutas en sus comidas diarias. Y así, Florencia demostró que no importa cuán diferente seas, siempre puedes hacer grandes cosas.
Su amor por las verduras y las frutas no solo la hizo feliz a ella, sino que también transformó la vida de todos en el reino. Y desde entonces, cada vez que veían un árbol dorado con mechas rosas, recordaban a su amada princesa y la lección de salud que les había enseñado.
FIN.