El Barquito Viajero y la Estrella Brillante
Érase una vez, en un hermoso mar azul, un pequeño barquito llamado Barquito Viajero. Era un barquito alegre que exploraba todos los rincones del océano, siempre acompañado de su amigo, el viento. Un día, mientras surcaba las olas, Barquito Viajero miró hacia el cielo y vio a su madre, la Estrella Brillante, iluminando la noche con su luz resplandeciente.
"¡Hola, Estrella!" - gritó Barquito, haciendo un guiño en su viaje.
"¡Hola, Barquito!" - respondió la Estrella con una sonrisa.
"Te extraño mucho, pero me encanta explorar el mundo. Aunque a veces siento que estoy solo."
La Estrella Brillante sonrió y dijo:
"Es normal sentirse así, hijo. A veces, aunque estemos lejos, seguimos unidos. No te olvides de que siempre tendrás un lugar especial en mi corazón."
Barquito Viajero sentía un cosquilleo en su motor al escuchar las palabras de su madre. Pero había algo que no podía dejar de pensar.
"¿Por qué no podemos estar juntos, Estrella? Me gustaría que pudiéramos navegar y brillar juntos siempre."
La Estrella Brillante, con su luz titilante, susurró:
"A veces, los caminos de los que amamos toman direcciones diferentes. Pero eso no significa que no nos amemos. Cada uno tiene su misión en el universo. Tú debes explorar el mar, mientras yo cuido de los que navegan en la noche."
En ese instante, un grupo de peces delfines saltó por encima de las olas cerca de Barquito, alegrando su corazón.
"¿Ves?" - dijo la Estrella. "Siempre hay amigos y nuevas aventuras esperando por ti. ¡Disfruta cada momento!"
Barquito decidió seguir explorando, pero cada noche miraba hacia arriba y buscaba a su madre. Un día, mientras navegaba, Barquito se topó con una tormenta. Las olas se alzaban y el cielo se oscurecía rápidamente.
"¡Ayuda!" - gritó Barquito, temblando de miedo.
Sin embargo, justo en ese momento, vio la luz de la Estrella Brillante atravesar las nubes.
"¡No temas, Barquito!" - llamó la Estrella. "Confía en tus habilidades. Eres más valiente de lo que piensas. Usa tu motor y navega con fuerza."
Con el ánimo renovado, Barquito hizo lo que la Estrella le había dicho. Aumentó la velocidad y navegó a través de las olas embravecidas. Finalmente, salió de la tormenta y se encontró en un mar tranquilo y hermoso.
"¡Lo logré!" - exclamó, lleno de alegría.
"¡Eso es, Barquito! ¡Siempre estaré contigo, guiándote desde arriba!" - respondió la Estrella Brillante, resplandeciendo con orgullo.
Desde ese día, Barquito Viajero entendió que aunque no siempre estuvieran juntos de la forma que él deseaba, el amor de su madre siempre lo acompañaría.
"¡Seguiré explorando!" - dijo Barquito. "Y prometo contarles a todos sobre la increíble Estrella Brillante que siempre ilumina mi camino."
Y así, Barquito Viajero siguió navegando por los vastos océanos, listo para compartir su amor y su historia con el mundo, porque sabía que la distancia no disminuía el amor que sentía por su madre. ¡Y la Estrella Brillante, desde arriba, seguía siendo su guía y su mayor inspiración!
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.