El Barrilete Soñador
Había una vez en el rincón de un pequeño barrio de Buenos Aires, un niño llamado Mateo. Él era conocido por ser un soñador y siempre llevaba consigo un colorido barrilete que había hecho junto a su abuelo. Era un barrilete de papel brillante, decorado con estrellas y nubes, y Mateo lo llamaba "El Barrilete Soñador".
Un día, mientras jugaba en el parque, Mateo decidió que era momento de hacer volar su barrilete. "¡Hoy va a volar más alto que nunca!"- exclamó con emoción. Con un fuerte tirón, despegó el hilo y el barrilete comenzó a elevarse en el cielo azul.
Pero de repente, una ráfaga de viento inesperada hizo que el barrilete se moviera de forma errática. "¡No!"- gritó Mateo, intentando controlar el hilo. La fuerza del viento arrastró al barrilete en una dirección desconocida.
Asustado pero decidido, Mateo corrió tras él. "¡Espera, Barrilete Soñador! ¡No te vayas!"- decía con el corazón latiendo rápido. Corrió por calles y esquinas, hasta que finalmente, el barrilete se enredó en un árbol grande en el parque.
Mateo se detuvo y miró hacia arriba. "¿Cómo voy a rescatarte?"- murmuró. En ese momento, vio a una niña sentada cerca, observando la escena. Era Sofía, una vecina a la que no conocía muy bien.
"¿Necesitás ayuda?"- le preguntó Sofía. Mateo sintió un poco de vergüenza, pero asintió con la cabeza. "Sí, por favor. Mi barrilete se quedó atrapado."-
Sofía se acercó al árbol. "Podemos encontrar una solución juntos. Siempre he soñado con volar un barrilete también.
Mateo, tras escuchar eso, sonrió. "¿De verdad? ¡Genial! Si nos ayudamos, podemos hacer que vuela más alto que nunca mientras soñamos juntos."-
Sofía encontró una rama larga y, con mucho cuidado, se la pasó a Mateo. "Si lo sujetamos de este lado, ¡tal vez podamos desengancharlo!"-
Mateo, con la nerviosidad a cuestas, subió un poco por el árbol. Con un poco de trabajo en equipo, lograron liberar al barrilete de sus ataduras. Cuando finalmente lo logró y lo sostuvo en el aire, los ojos de Sofia brillaron. "¡Lo hicimos!"- dijo emocionada.
Mateo, con su barrilete en la mano, empezó a reír. "¡Sí! Ahora lo podemos volar juntos."- Sofía se unió a él, y juntos comenzaron a volar el barrilete, haciendo que girara entre el cielo.
Mientras el barrilete danzaba, hablaron de sus sueños. Sofía quería ser artista y pintar murales en la ciudad; Mateo quería ser ingeniero y ayudar a construir cosas.
"¿Sabías que los barriletes son como nuestros sueños?"- preguntó Mateo. "Cuando pensamos en algo y no dejamos que el miedo nos detenga, pueden volar alto si trabajamos juntos."-
Sofía sonrió y asintió. "Sí, ¡es verdad! Hay que cuidar nuestros sueños con la misma dedicación que cuidamos a nuestro barrilete."-
A partir de ese día, Mateo y Sofía se hicieron amigos inseparables. Se encontraban en el parque para volar el barrilete y compartir sus sueños. Pronto, empezaron a trabajar juntos para crear murales en la comunidad, llenos de colores y mensajes de esperanza.
Un día, mientras volaban el barrilete, Mateo se dio cuenta de algo importante. "Los sueños, como el barrilete, pueden volar alto si tenemos amigos que nos apoyan."-
Sofía le dio un fuerte abrazo. "¡Sí! Nunca debemos rendirnos y siempre cuidar de nuestros sueños."-
Con el tiempo, el barrilete se convirtió en un símbolo de su amistad y sus aspiraciones. Siempre recordaron aquel día en que el viento cambió su rumbo, pero también su vida, llevándolos a la aventura más hermosa: la de soñar juntos.
Y así, el Barrilete Soñador siguió volando alto, pulsando los corazones de todos aquellos que lo veían y recordándoles que, junto a sus amigos, podían alcanzar cualquier altura.
FIN.