El barro y la estrella
Érase una vez en un pequeño pueblo de flores brillantes y ríos cristalinos, donde vivía una mujer llamada Fe. Fe no era una mujer cualquiera; ella tenía la habilidad de crear cosas hermosas con sus manos, pero muchas veces tropezaba en la vida, sintiendo que no podía seguir adelante.
Un día, mientras recogía barro en la orilla del río, se encontró con una estrella fugaz que había caído del cielo.
"¡Hola! Soy Estrella, ¿me ayudarías a volver a casa?" - le dijo la estrella con una voz melodiosa.
"¡Oh, no puedo!" - respondió Fe un poco desconcertada. "Soy solo una mujer de barro, llena de imperfecciones. No sé cómo ayudar a una estrella como vos."
"Pero ese barro también puede brillar. Todos tienen algo especial" - insistió Estrella.
Se sintió un poco mejor al oír eso, así que decidió ayudar a Estrella. Comenzaron su aventura a través de montañas y valles en busca de un camino que llevara a la estrella de vuelta al cielo.
Mientras caminaban, se encontraron con un río embravecido.
"¡No hay forma de cruzar esto!" - exclamó Fe sintiéndose frustrada.
"Podemos hacer un puente con barro y ramas, ¡tú puedes hacerlo!" - propuso Estrella animadamente.
"¿Yo? Pero nunca he construido un puente antes..." - dudó Fe.
"Recuerda, el barro se moldea. Al igual que nuestra vida, se puede transformar con amor y esfuerzo" - le recordó Estrella.
Con eso, Fe se puso manos a la obra. Tomó el barro y, poco a poco, fue formando un puente robusto. Mientras trabajaba, sintió cómo la confianza crecía en su interior. Otros animales del bosque se juntaron para ayudarla, y juntos construyeron un hermoso puente.
"¡Lo lograste!" - gritó Estrella saltando de alegría.
Cruzaron el puente y continuaron su camino. A medida que avanzaban, se encontraron con un túnel oscuro.
"No puedo entrar aquí, tengo miedo de las sombras..." - murmuró Fe.
"Pero dentro del túnel hay luz. Con cada paso que des, esa luz te guiará" - explicó Estrella, brillando tenuemente.
Entonces, cigarrones comenzaron a cantar en el túnel y Fe se armó de valor, dando un paso tras otro. Al final, vio una luz brillante que iluminaba su camino.
Finalmente, llegaron a una montaña muy alta, el último obstáculo que debían atravesar.
"Esto es imposible, ¿cómo llegaremos hasta la cima?" - suspiró Fe.
"Si usamos nuestra creatividad, tal vez podamos construir un camino de piedras y barro" - dijo Estrella, llena de optimismo.
Juntas, recolectaron piedras y barro del entorno, y comenzaron a trabajar. Con cada esfuerzo, la montaña parecía hacerse más pequeña. Finalmente, lograron llegar a la cima, donde el cielo se llenaba de estrellas.
"¡Mirá! Ya casi llego a casa!" - dijo Estrella emocionada. "Gracias, Fe, por no rendirte!"
"No podría haberlo hecho sin vos, me enseñaste que a veces, tropezar nos muestra el camino" - contestó Fe, sonriendo.
Entonces, la estrella comenzó a ascender lentamente hacia el cielo.
"No olvides, cada tropiezo es una oportunidad para brillar. ¡Siempre serás especial!" - dijo Estrella mientras se alejaba.
Y así, Fe regresó a su hogar, sintiéndose más fuerte y valiosa que nunca. Desde ese día, nunca dejó de usar su barro para crear belleza y ayudar a quienes se cruzaban en su camino. Sabía que, a pesar de los tropiezos, su corazón siempre brillaría como una estrella en la noche.
La historia de Fe recordaba a todos que, aunque a veces la vida puede ser dura, siempre podemos encontrar una forma de levantarnos y ser mejores.
Porque cada uno de nosotros tiene un brillo especial, solo hay que saber descubrirlo.
FIN.