El Bastón Murciélago



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Solcito, un joven llamado Lucas. Lucas era un niño muy curioso y siempre pasaba horas explorando el bosque cerca de su casa. Le encantaba observar a los animales y aprender de la naturaleza. Pero a veces, se sentía un poco triste porque tenía un amigo, Tomás, que no podía ver. Tomás era un chico lleno de energía y risas, y aunque siempre jugaban juntos, Lucas veía que a veces se encontraba perdido en el parque o tropezaba con cosas por no verlas.

Un día, mientras caminaba por el bosque, Lucas encontró a una viejita amable que vivía en una cabaña. Ella era inventora y había creado muchos gadgets sorprendentes.

- “¡Hola, joven aventurero! ” - saludó la viejita con una sonrisa. - “¿Qué te trae por aquí? ”

- “¡Hola! Estoy buscando una idea para ayudar a mi amigo Tomás a moverse mejor. ¡No quiero que se tropiece más! ” - explicó Lucas con preocupación.

La viejita frunció el ceño, pensativa.

- “¿Y has observado a los murciélagos? Son unos animales fascinantes, pueden volar en la oscuridad sin chocarse con nada. ¡Quizás puedas inspirarte en ellos! ”

Lucas sintió que una chispa de idea comenzó a brotar en su mente. Al día siguiente, se sentó en su taller lleno de herramientas. Empezó a dibujar su idea: un bastón que fuera como las alas de un murciélago, capaz de detectar obstáculos.

El bastón tendría sensores que emitirían sonidos para guiar a Tomás y hacerlo sentir seguro en su entorno. Luego de días de trabajo, logró construirlo.

- “¡Mirá, Tomás! Te hice algo especial.” - dijo Lucas con emoción mientras le entregaba el bastón.

Tomás lo tomó con curiosidad, sus ojos brillando de expectativa. - “¿Qué es? ”

- “Es un bastón murciélago. Con esto, podrás escuchar a dónde puedes ir y evitar chocarte. ¡Es como tener un superpoder! ” - le explicó Lucas.

Tomás sonrió ampliamente. - “¡Vamos a probarlo! ”

El primer día que salieron al parque con el bastón, Lucas activó los sonidos del dispositivo. Al andar, Tomás escuchaba los “pips” que indicaban los objetos en su camino. Un árbol a la derecha, un banco a la izquierda, y así, paso a paso, se movía cada vez con más confianza.

- “¡Esto es increíble, Lucas! Ya no siento miedo.”

Sin embargo, un giro inesperado ocurrió. Mientras jugaban, se acercó un perro muy grande y juguetón. El perrito corrió hacia Tomás, y en su emoción, comenzó a ladrar.

Tomás se sintió asustado. - “¡Lucas! No sé qué hacer.”

- “Recuerda el bastón, Tomás. ¡Escucha! ” - le dijo Lucas, tratando de mantener la calma.

Tomás se concentró en los sonidos del bastón. Al escucharlos, notó que el perrito iba hacia su lado derecho. En vez de alejarse, tomó una decisión valiente. - “¡Voy a acariciarlo! ” - exclamó, lo que sorprendió a Lucas.

Tomás extendió su mano, y el perrito, al sentir el gesto, se acercó con felicidad.

- “¡Lo ves! No es tan malo, solo quiere jugar.” - dijo Lucas, feliz por su amigo.

A partir de ese día, Tomás se volvió dueño de su camino, explorando lugares nuevos con su bastón murciélago.

Unos días después, decidieron mostrar su invento a la gente del pueblo. Al principio, las personas eran un poco escépticas, pero cuando Tomás mostró cómo podía caminar solo y jugar sin tropezar, todos se sorprendieron.

- “¡Quiero uno para mí! ” - dijo una niña. ” - ¡Yo también! - gritó otra.

Lucas y Tomás se sintieron emocionados de que su invento podía ayudar a otros niños. Con la ayuda de la viejita inventora, empezaron a fabricarlos juntos y en poco tiempo todos los chicos del pueblo que necesitaban un bastón, tenían uno.

La amistad de Lucas y Tomás no solo ayudó a mejorar la vida de su amigo, sino que también inspiró a toda la comunidad a ver que, con creatividad y unión, podían hacer un cambio positivo en el mundo. Y así, el bastón murciélago se convirtió en una herramienta de libertad y diversión para todos los chicos del pueblo Solcito, gracias a la curiosidad y al gran corazón de un niño.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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