El Bebé de Mariana y el Amor de sus Padres



Era un día soleado en la ciudad de Buenos Aires, cuando Mariana se despertó con la emoción de que pronto sería mamá. Tenía solo dieciocho años y su barriguita crecía a pasos agigantados. Aunque estaba entusiasmada, en casa el ambiente no era el mejor. Sus padres, Marta y José, estaban discutiendo mucho. Mariana había escuchado palabras como —"divorcio"  que la llenaban de miedo.

"¿Por qué no pueden dejar de pelear?", se preguntaba Mariana mientras acariciaba su pancita.

Un día, decidió hablar con su madre.

"Mamá, ¿por qué están tan tristes? Yo voy a tener un bebé... ¡Deberían estar felices!", dijo Mariana con una voz temblorosa.

Marta miró a su hija, y sus ojos se llenaron de lágrimas.

"Es que no sabemos cómo seguir... A veces toda esta situación nos agobia," respondió, con voz suave.

Mariana sintió que debía hacer algo. A la noche, cuando su papá llegó a casa después de un largo día de trabajo, ella lo esperó en la cocina.

"Papá, ¿puedo hablar con vos un momento?", preguntó Mariana.

José la miró y asintió, intrigado.

"Claro, hija. ¿De qué se trata?".

"Voy a tener un bebé, y quiero que estén juntos cuando nazca. Ustedes me enseñaron que el amor es lo más importante. Por favor, intenten arreglar las cosas. Yo los necesito," dijo Mariana, con los ojos llenos de esperanza.

José se sintió conmovido por las palabras de su hija y decidió hablar con Marta. Esa noche, se sentaron en la sala, listos para tener una conversación sincera.

"María, creo que necesitamos poner en orden nuestras vidas. Mariana merece lo mejor de nosotros," dijo José en un tono firme pero suave.

"Tenés razón, José. También pienso en Mariana. No quiero que crezca entre peleas," agregó Marta, mirando a su esposo a los ojos.

Así, los días pasaron y Mariana notó que sus padres comenzaban a hablarse con más amabilidad. Decidió que haría lo posible por unir a su familia. Un fin de semana, Mariana organizó una pequeña reunión familiar para celebrar la llegada del bebé.

"Papá, mamá, preparé una merienda especial para nosotros. ¡Vamos a disfrutar y reír juntos!", anunció Mariana con una sonrisa brillante.

¡Todo estaba decorado con globos y una gran torta! Mientras compartían, Mariana les propuso un juego.

"¿Qué les parece si cada uno dice algo bonito del otro? Así recordamos lo mucho que nos queremos," sugirió.

Al principio, Marta y José se miraron un poco dudosos, pero luego comenzaron a reír.

"Yo aprecio que siempre estés conmigo en los momentos difíciles," comenzó José, mirando a Marta con ternura.

"Y yo valoro tu esfuerzo para sacar adelante nuestra familia," respondió Marta, sonriendo.

Los elogios fueron fluyendo y pronto se olvidaron de las discusiones. Mariana se sintió aliviada y feliz al ver a sus padres sonreír nuevamente. El tiempo pasaba y llegó el gran día en que Mariana tuvo a su bebé. El nacimiento fue un momento mágico.

"¡Es una niña!", gritó la obstetra mientras todos aplaudían. Mariana la miró con lágrimas de alegría.

Con su pequeña en brazos, Mariana llevó a sus padres a conocer a la pequeña.

"Quiero que conozcan a su nieta. Esta es la razón por la que ustedes deben estar juntos," dijo Mariana, mientras les entregaba a la bebé.

Marta y José se miraron, y una ola de amor los envolvió al ver a su nieta.

"¡Es preciosa!", exclamaron al unísono. En ese momento, se dieron cuenta de que sus diferencias eran pequeñas en comparación con el amor que sentían por su hija y su nueva nieta.

Desde entonces, José y Marta decidieron seguir juntos, recordando que el amor es la base de la familia. Mariana observaba cómo sus padres se reconciliaban y se ayudaban, y se sintió feliz de saber que había hecha una gran diferencia.

"Gracias, mi amor," le dijo Marta un día a Mariana, mientras jugaban juntos en el parque.

"Gracias por recordarnos lo que realmente importa," añadió José.

Mariana sonrió, sabiendo que con su bebé, había logrado unir a su familia, porque el amor siempre encuentra la manera de prevalecer.

FIN.

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