El Berrinche de Juanito



Era un día soleado en el barrio de Villa Lila y Juanito, un niño de cinco años, estaba paseando con su papá, el Señor Carlos. Ambos iban hacia la plaza a jugar. Pero, de repente, algo cambió en el ánimo del pequeño. Quería un helado, y no cualquier helado, ¡un helado de frutilla!"¡Papá, quiero un helado ya!" - gritó Juanito, mientras se paraba en seco y cruzaba los brazos.

El Señor Carlos, que sabía que los helados estaban un poco caros ese día, intentó explicarle.

"Juanito, hoy no podemos comprar el helado. ¿Qué te parece si luego hacemos un rico jugo de frutas juntos en casa?"

Pero Juanito sólo estaba pensando en la idea del helado. Pronto, las quejas se transformaron en un berrinche.

"¡Yo no quiero jugo! ¡Quiero un helado de frutilla!" - gritó más fuerte, tirándose al suelo.

La gente que pasaba por la calle empezó a mirar, algunos con sorpresa y otros con mirada de desaprobación. El papá de Juanito se sintió avergonzado y no sabía qué hacer.

"¡Juanito, levantate ya! La gente nos está mirando..."

Pero Juanito estaba decidido. Se retorcía y gritaba, mientras el Señor Carlos lo observaba angustiado. Justo en ese momento, una mujer mayor que pasaba por allí se acercó a ellos.

"Disculpen, ¿puedo ayudar en algo?"

El Señor Carlos respiró hondo y le explicó la situación.

"Mi hijo quiere un helado y no puedo comprárselo. Estoy tratando de enseñarle que no siempre se puede tener lo que se quiere..."

La mujer sonrió y se agachó a nivel de Juanito.

"Hola, campeón. ¿Te gustan los helados?"

"Sí, los amo.¡Quiero helado!" - respondió Juanito, mientras dejaba de llorar un poquito.

"Yo entiendo, a veces es difícil no obtener lo que uno quiere. Pero escucha, ¿no te gustan también las frutas que crecen en los árboles?"

A Juanito le brillaron los ojos.

"Sí, me encantan las uvas, las bananas y las naranjas."

"Exacto! Las frutas son ricas y muy saludables. ¿Qué te parece si hoy hacemos un juego? Cada vez que veas un árbol, contarás cuántos tipos de frutas crees que hay en él. Más tarde, podrás elegir tu fruta favorita para hacer zumo con tu papá. Así aprenderás cómo las frutas pueden ser igual de sabrosas que un helado. ¿No te parece divertido?"

Juanito se quedó pensando un momento. La idea de jugar le gustaba.

"Bueno... sí, me gusta!" - dijo, secándose las lágrimas.

"¡Perfecto! Entonces, ¡levántate y vamos a contar frutas!" - dijo la mujer, levantando a Juanito.

El Señor Carlos la miró sorprendido, pero agradecido. Se unió al juego y caminando juntos por la calle, empezaron a observar los árboles.

"Ahí hay un naranjo... y un limonero... ¡y una parrilla de uvas!" - exclamó Juanito emocionado.

Riendo y jugando, Juanito olvidó completamente su berrinche. La mujer se despidió y continuaron su camino hacia la plaza. En el camino de vuelta, Juanito estaba tan contento que comenzó a hablarle a su papá sobre las frutas.

"Papá, ¿podemos hacer jugo de naranja y de uva?"

"¡Por supuesto, Juanito! Me parece una excelente idea!"

Al llegar a casa, Juanito y su papá se pusieron manos a la obra. Hicieron un jugo delicioso y disfrutaron cada sorbo.

"Gracias, papá, por ayudarme a recordar que hay otras cosas ricas de comer. ¡El jugo está buenísimo!"

"Siempre hay otras alternativas, hijo. Y a veces, aprender a esperar también puede ser algo divertido."

Desde aquel día, cada vez que Juanito tenía ganas de helado, recordaba su aventura con las frutas. Aprendió que a veces no se obtiene lo que se quiere de inmediato, pero siempre hay una manera de disfrutar el momento y descubrir cosas nuevas.

FIN.

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