El Beso de la Amistad



Emilia y Martín eran dos amigos inseparables en el pintoresco barrio de Villa del Sol. Pasaban los días explorando el parque, creando inventos raros y soñando con ser grandes aventureros. Aunque eran muy diferentes, su amistad era como un hilo dorado que nunca se rompía.

Un día, decidieron construir una gran cometa para participar en el festival de cometas que se celebraba en el parque. "- Vamos a hacer la mejor cometa de todas!", exclamó Emilia con entusiasmo. "- Sí, y cuando vuele alto, todos nos verán!", respondió Martín mientras dibujaba planos en su cuaderno.

Con risas y travesuras, pasaron todo el día recogiendo materiales. Emilia trajo papel de colores y cintas brillantes, mientras que Martín trajo un palo delgado que había encontrado. Juntos, armaron la cometa, que terminó siendo una creación magnífica y colorida.

El día del festival, el parque estaba lleno de familias y niños corriendo emocionados. Todos llevaban sus cometas y vibraban con la alegría del evento. Emilia y Martín, con la cometa en mano, se sintieron nerviosos y emocionados. "- ¿Y si no vuela?", preguntó Emilia un poco insegura. "- No te preocupes, lo importante es que lo intentemos juntos", la animó Martín.

Finalmente, llegó el momento de lanzar la cometa. Contaron hasta tres y corrieron con la cometa detrás de ellos, uniendo sus fuerzas para elevarla. A medida que la cometa se alzaba, el viento soplaba con fuerza y los dos amigos comenzaron a gritar de felicidad. "- ¡Lo logramos! ¡Mirá cómo vuela!", gritó Martín con euforia.

Mientras observaban cómo su cometa danzaba en el cielo, en un acto espontáneo de alegría, Emilia y Martín se dieron un beso rápido en la mejilla. La sorpresa de ese gesto los llenó de risas. "- Me pareció genial lo que hicimos, por eso!", dijo Emilia sonrojada. "- ¡Sí, a mí también! ¡Fue un beso de amistad!", replicó Martín, sonriendo.

Sin embargo, otros niños que estaban cerca los vieron y empezaron a murmurar. "- Miren a Emilia y Martín, se besaron!", decían. Esto hizo que los amigos se sintieran un poco nerviosos, pero también emocionados.

"- No hay nada de malo en ser amigos y tener gestos de alegría!", defendió Emilia. Martín asintió. "- Exacto. A veces, los amigos pueden mostrar su cariño de diferentes maneras. No siempre se trata de ser romántico. La amistad también es especial y merece ser celebrada!".

Poco a poco, otros niños comenzaron a acercarse y una conversación interesante se desató. "- Yo a mi amigo le doy abrazos!", dijo uno. "- A veces, le hago un dibujo en su cumpleaños!", agregó otra niña. La charla se llenó de risas y ejemplos sobre cómo mostrar cariño a los amigos.

El festival de cometas continuó y, poco a poco, todos los niños se animaron a mostrar su cariño unos a otros de formas creativas y divertidas. Mientras veían sus cometas volar en el aire, Emilia y Martín sintieron que no solo habían creado una cometa, sino también un hermoso recuerdo que quedaría grabado en sus corazones.

Al finalizar el festival, se sentaron a descansar. "- Hoy fue un día increíble", comentó Emilia. "- Sí, y me alegra que hayamos podido compartirlo junto a nuestros amigos", respondió Martín.

Esa noche, mientras se despedían, sabían que su amistad había crecido aún más. Aprendieron que el verdadero cariño entre amigos se puede expresar de muchas maneras, y que cada gesto, por pequeño que sea, cuenta y se vuelve inolvidable.

Así, el beso de la amistad se convirtió en su símbolo de un vínculo que siempre brillaría como sus cometas en el cielo. Y así, Emilia y Martín continuaron sus aventuras, sabiendo que su amistad era el mayor tesoro de todos.

FIN.

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