El beso de la amistad



En un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos, vivían tres amigos inseparables: Martín, Miguel y Emilia. Entre juegos y risas, un día Martín y Miguel comenzaron a notar algo especial en su amistad: se estaban enamorando de Emilia. Ella era dulce, encantadora y con una risa que iluminaba hasta el día más nublado. Pero había un detalle que los chicos ignoraban: Emilia tenía un flechazo por Celestino, el chico más aventurero del barrio.

Un caluroso día de verano, tras un partido de fútbol, los chicos se sentaron a la sombra de un gran árbol. Miguel rompió el silencio:

"Che, Martín, ¿te has dado cuenta de que nos gusta la misma chica?"

"Sí, y creo que a Emilia le gusta Celestino, ¡es tan evidente!"

Ambos suspiraron, y decidieron hablarlo con ella. Pero Emilia, sin saber de los sentimientos de Martín y Miguel, estaba pensativa. Había pensado que quizás no estaba haciendo lo correcto, así que se le ocurrió una idea peculiar. Quizás, si besaba a los chicos, podría descubrir a quién realmente le gustaba.

Cuando los tres se encontraron nuevamente, ella se armó de valor y dijo:

"Chicos, quería hacer algo divertido y un poco loco. ¿Qué les parece si jugamos a un juego?"

"¿Qué juego?" preguntaron los chicos, intrigados.

Emilia, entusiasmada, explicó:

"Voy a besar a cada uno de ustedes, y así veo a quién realmente le estoy prestando atención. ¡Solo será un juego!"

Martín y Miguel se miraron confundidos pero emocionados.

"¡Dale, Emilia!" dijo Martín.

"Sí, ¡vamos!" agregó Miguel.

Así que sucedió. Uno a uno, Emilia besó a los chicos. A Martín le dio un pequeño beso en la mejilla, a Miguel un leve roce de labios, y cuando llegó el turno de Celestino, le dio un beso en la frente.

Después del juego, Emilia estaba más confundida que nunca.

"¿Y cómo se sintieron?" preguntó con una sonrisa.

"Me sentí raro, pero divertido", respondió Martín, aún sonrojado.

"Me encantó, Emilia" comentó Miguel, con una chispa en sus ojos.

"A mí también me gustó, aunque no sé por quién decidirme..." pensó Emilio en voz alta.

Dándose cuenta de que no quería lastimar a ninguno de sus amigos, llamó a Celestino al día siguiente.

"Celestino, ¿puedo hablar contigo?"

"Claro, Emilia. ¿De qué se trata?"

"Quería saber si te gustaría jugar con nosotros hoy. Hay cosas que necesito aclarar"

Celestino, siempre aventurero, emocionado aceptó. En el parque, Emilia propuso un juego que requería trabajo en equipo. Jugaron a la búsqueda del tesoro, y con cada prueba, Emilia se dio cuenta de lo importante que eran los amigos en su vida.

Al finalizar la tarde, con el sol ocultándose, Emilia sonrió y dijo:

"Chicos, me encantan estos momentos juntos, pero creo que el amor es diferente. Los quiero a todos como amigos, pero... mi corazón solo tiene espacio para uno, y no puedo elegir sobre algo tan hermoso. ¿Podemos estar bien todos juntos?"

"Claro que sí, Emilia. La amistad siempre será lo primero", dijo Martín.

"Sí, yo también pienso lo mismo", agregó Miguel.

Emilia miró a Celestino y ambos se sonrieron. Aprendieron que la amistad era más importante que un beso, que los verdaderos vínculos florecían con el respeto y el cariño.

Y así, mientras el sol se ponía sobre el horizonte, los cuatro amigos decidieron seguir disfrutando de su tiempo juntos, sin importar el amor, porque la verdadera magia se encontraba en su amistad sincera.

Y así concluyó el curioso episodio del beso, con un hermoso recordatorio de lo que significa realmente apreciar a quienes están a tu alrededor, sin causar ningún daño en el camino.

FIN.

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