El Beso de la Amistad



Era un día como cualquier otro en el barrio de Villa Valiente, donde dos amigos, Luna y Tomás, se conocieron desde la infancia. Jugaban juntos en el parque, hacían tareas escolares y compartían secretos. A medida que crecían, su amistad se hacía más fuerte, pero también más compleja. Un día, mientras estaban en la terraza de la casa de Luna, decidieron hablar sobre sus sueños y deseos.

"¿Qué te gustaría hacer cuando seamos grandes?" - preguntó Luna, mirando al horizonte.

"Quiero ser inventor y crear cosas increíbles, como un coche que vuele" - respondió Tomás, con los ojos brillantes.

Luna sonrió y le contó sobre su sueño de ser escritora y crear historias que inspiren a los demás. Mientras hablaban, el cielo se tornaba púrpura y dorado por el atardecer. Sin darse cuenta, estaban más cerca uno del otro, sintiendo una conexión que nunca antes habían experimentado.

Una emoción extraña surgió entre ellos, y en un momento impulsivo, se acercaron y se dieron un beso. Pero no fue un beso normal; fue un beso lleno de ternura y una chispa especial que iluminó la terraza. Quedaron sorprendidos y se alejaron un poco, mirándose a los ojos.

"Fue... fue raro pero bonito" - dijo Tomás, sonrojándose.

"Sí, extraño, pero me gustó" - contestó Luna, sintiendo una alegría distinta.

Desde aquel día, todo cambió entre ellos. Aunque seguían siendo amigos, el corazón les latía en cada encuentro. Se dieron cuenta de que, a veces, la amistad puede transformarse en algo aún más hermoso. Sin embargo, también se sintieron confusos, ya que no sabían si lo que había ocurrido entre ellos era correcto.

Un fin de semana, decidieron participar en el concurso de talentos del barrio. Luna tenía que presentar una historia original y Tomás, un invento que había estado preparando. Practicaron para el concurso con entusiasmo, intentando distraerse de sus sentimientos. Pero llegó el día del evento, y mientras esperaban su turno en el escenario, la tensión era palpable.

"¿Y si todo se arruina?" - exclamó Tomás, nervioso.

"¡No! Vamos a hacerlo, somos un gran equipo" - respondió Luna, llenándose de confianza.

Finalmente, cuando fue su turno, subieron al escenario. Luna relató una historia de aventuras y amistad, mientras Tomás mostró su invento: un pequeño globo aerostático que lo había construido con materiales reciclados. Cuando terminaron, recibieron ovaciones y aplausos ensordecedores.

"¡Lo hicimos!" - gritaron juntos, riendo y abrazándose.

"Siento que esto nos ha unido más" - dijo Tomás, mirándola con sinceridad.

"Sí, pero hablemos de lo que pasó en la terraza..." - sugirió Luna, tomando una profunda respiración.

Después de unas breves palabras, decidieron que su amistad era lo más importante. Acordaron que, aunque el beso había sido especial, preferían seguir siendo amigos. Amistad era una fuerte conexión, llena de confianza y cariño. A partir de ese día, jamás se sintieron incomprendidos ni incómodos. Su relación se enriqueció, y juntos vivieron muchas más aventuras.

Así, Luna y Tomás descubrieron que, aunque los sentimientos pueden ser confusos a veces, la amistad verdadera siempre triunfa. Y en cada beso, una promesa: la de cuidar uno del otro siempre. Con el tiempo, sus caminos seguirían distintos, pero la amistad sería un valioso y eterno recuerdo entre ellos.

FIN.

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