El Beso de la Amistad
En una pequeña ciudad llamada Arcoíris, donde los árboles florecían en colores vibrantes, vivían dos amigos llamados Lucas y Martín. Desde que eran muy pequeños, siempre habían compartido aventuras juntos. Jugaban al fútbol, exploraban el bosque y coleccionaban piedras de diferentes formas y colores.
Un día, mientras se encontraban en el parque, jugando a construir una cabaña en un árbol, Lucas preguntó:
- ¿Martín, te acordás de aquel día en que encontramos el mapa del tesoro?
- ¡Sí! ¡Era un mapa hecho de papel arrugado! - respondía Martín riendo.
- Y nos llevó hasta el lago. Aunque al final sólo encontramos piedras - dijo Lucas, atorado en la risa.
El tiempo comenzaba a pasar y, a medida que los años avanzaban, los sentimientos entre los dos amigos comenzaron a transformarse. No era sólo amistad lo que compartían; había algo más, algo especial que no sabían cómo explicar.
Un día de primavera, mientras estaban sentados en la cima de una colina, observando todo Arcoíris, Martín rompió el silencio.
- Lucas, ¿sabés que cada vez que estoy contigo me siento diferente? - su rostro se iluminó con un brillo curioso.
- ¿Cómo diferente? - preguntó Lucas, con una leve sonrisa.
- Como si el mundo estuviera más hermoso. - contestó Martín, sintiendo que todo su corazón se aceleraba.
Ambos se miraron a los ojos, como si estuvieran tratando de entender lo que sentían. Fue entonces cuando algo mágico ocurrió: los dos se acercaron poco a poco y, en un impulso, se besaron. Fue un beso dulce y lleno de ternura, como si todas las flores del parque estallaran en colores a su alrededor.
Sin embargo, después de ese beso, un silencio incomodó el ambiente. Lucas se apartó lentamente y su corazón latía con fuerza.
- Martín, no sé qué hacer con esto que acaba de pasar. - dijo, confundido.
- Yo tampoco... pero no quiero perderte como amigo. - contestó Martín, preocupado.
Los dos chicos se sentaron en la hierba, pensando. Después de un buen rato, Lucas habló nuevamente.
- Tal vez, deberíamos hablar de lo que sentimos. - sugería con coqueteo.
- Me gustaría eso. - dijo Martín, aliviado.
A partir de ese día, comenzaron a hablar sobre sus sentimientos, sus miedos y la posibilidad de ser más que amigos. Decidieron enfrentar juntos esta nueva etapa de sus vidas, sin dejar de lado la amistad que siempre había sido su base. Comenzaron a compartir más momentos, como ir al cine y estudiar juntos.
Sin embargo, se dieron cuenta que no todos en la escuela eran tan comprensivos. Un grupo de chicos empezó a burlarse de ellos por su relación.
- ¡Mirá a esos dos! ¡Se creen novios! - decían, riendo y señalando.
Lucas y Martín al principio se sintieron muy mal. Pero un día, decidieron hacer algo al respecto. Se reunieron con sus compañeros.
- ¿Saben qué? - comenzó Lucas.
- El amor es amor, y lo que sentimos no hace daño a nadie. - agregó Martín.
Los chicos se miraron entre sí, y lentamente, cambiar las risas por la comprensión.
- Tenés razón. - dijo uno de ellos. - Todos tenemos derecho a ser felices.
Así, Lucas y Martín se convirtieron en los portavoces del amor y la amistad en su escuela, y comenzaron a promover el respeto hacia las diferencias. Con el tiempo, todos empezaron a aceptar y valorar su relación.
La amistad de Lucas y Martín se fortaleció con cada beso, con cada palabra y con cada desafío que enfrentaron juntos. Aprendieron que el amor puede tomar muchas formas y que, lo más importante, es ser uno mismo sin miedo.
Así, Arcoíris se convirtió en un lugar más amistoso y lleno de amor, donde la diversidad se celebraba como una hermosa variedad de colores en un arcoíris.
Y así fue como Lucas y Martín descubrieron que, a veces, un beso puede ser el comienzo de una hermosa aventura en la amistad y el amor.
FIN.